Como sucede cada tres años, los temas de alta rentabilidad electoral se ponen de moda y repentinamente cobra interés, entre otros, la calidad del aire. Es entonces cuando los asuntos legislativos que estaban congelados se destraban y se legislan en fast track, el oportunismo político alista iniciativas que llevan al Congreso del estado para la foto que acredite su activismo, y en ese momento resurge la embestida contra la refinería de Cadereyta y mágicamente se convierte la refinería en la solución a todos nuestros problemas ambientales.
Sin importar el partido, si somos amigos o enemigos, el tema de la calidad del aire vende muy bien socialmente y hace visible, en periodo de intercampañas, a quienes serán los protagonistas de las elecciones federales y estatales que están por comenzar.
De esta manera se organizan ciudadanos, asociaciones lideradas por precandidatos y precandidatas a diferentes cargos de elección en torno al villano favorito de la contaminación y, sin titubeos, se exigen soluciones de tajo como el cierre inmediato de la refinería.
¿Cuántos puntos en las encuestas da el manifestarse en contra de la refinería?, no lo tenemos claro, pero permite inundar a las redes sociales de buenas intenciones y tirar hate en contra del gobierno federal porque recordemos que la refinería es de Pemex y su regulación es federal; es un plan perfecto.
Lo que conlleve en recursos mover la refinería, el impacto económico y social para el municipio de Cadereyta, lo pase con los empleos que se perderían no importa mucho, ¿cuántos pueden ser?, y en todo caso al que le pega es al gobierno municipal que tampoco representa mucho comparado con lo que sea que se pueda ganar electoralmente en la zona metropolitana de Monterrey.
Acerca del inventario de emisiones, el monitoreo ambiental articulado con información en tiempo real, el plan integral para reducir las emisiones contaminantes de todas las fuentes, el proyecto para limpiar los procesos de la industria, la inversión de los impuestos verdes para mitigar la mala calidad del aire, la industria del poniente que mantiene en jaque la salud de la población de San Pedro, Santa Catarina, García, poniente de Monterrey y San Nicolás de los Garza, no importa.
Pedreras, polvos derivados de la actividad de la industria de la construcción, emisiones vehiculares, quema clandestina de basura, llantas tóxicos, no importa, lo que ahorita hay que exigir es el cierre total de la refinería, que sepa Dios qué se requiera pero vende y además es problema de otro, del gobierno federal.
Con este cuento que nos contamos cada determinado tiempo, lo único que hemos creado es una sociedad enferma, el incremento de muertes prematuras, que de acuerdo con organismos internacionales es superior a 5,000 fallecimientos al año en la zona metropolitana de Monterrey.
Sería maravilloso tener la varita mágica para acabar con la contaminación, pero no es así, los elementos químicos que componen la contaminación atmosférica son mucho más complejos que eso, cerrar una industria nos llevará a cerrar otra y luego otra y otra, eso suena imposible en un estado como Nuevo León con vocación eminentemente industrial y con la pujanza de la economía que ese sector genera.
Mejor seamos responsables, sensibilicémonos sobre el grave problema que tenemos, seamos empáticos con los sectores altamente vulnerables para rescatarlos de la exposición permanente que tienen ante agentes contaminantes, regulemos con medidas estrictas y pongámonos todos en orden, todos colaboramos en la contaminación del aire directa o indirectamente.
Más allá de sacarle raja política al tema, cobremos conciencia, exijamos un plan integral de control de emisiones y una gestión adecuada del manejo ambiental, llevemos a cabo las acciones que correspondan para mejorar la calidad de vida de la población y rescatemos a la zona metropolitana de esta contaminación.