El fenómeno de la reventa y el emprendedurismo.
Todos vimos los videos en los que unos cuantos se disputaban de manera muy poco civilizada un puñado de productos de una cierta tienda mayorista.
Ya desde el año pasado habíamos visto cómo la situación comenzaba a manifestarse, precisamente con las roscas de Reyes. Varios meses después, regresó la locura, esta vez por los pasteles.
La polémica llegó a un nivel tal, que por un momento la tienda tuvo que limitar la compra máxima que se podía realizar. Obviamente esto tampoco parece haber funcionado porque la última vez que visité la tienda, no parecía haber límite, aunque tampoco producto.
Saben algo, esto no es nada nuevo. Ya desde hace varios años, recuerdo que un jefe me contaba que la tienda tenía un aceite de oliva buenísimo, pero que duraba poco en los anaqueles.
Según nos dijeron en la misma tienda, apenas les llegaban los lotes del producto, un restaurantero se aparecía y se llevaba grandes cantidades. Nunca supe de qué restaurante se trataba, pero sí les puedo decir que casi tuvieron que pasar catorce años hasta que finalmente se me hizo probar el dichoso aceite.
En aquellos años, no recuerdo que hubiera habido problemas por el acaparamiento, ni de que la gente se hubiera peleado en los pasillos de las tiendas. Quizás, porque en aquellos años todavía no se acostumbraba publicar todo en redes sociales, que estaban en pañales; quizás haya sido que el restaurantero vaciaba el aceite en aceiteras de cristal y nadie se enteraba de dónde provenía.
Tenemos que aceptar que ese tipo de tiendas son de cierta forma mayoristas y que su modelo de negocio implica en gran medida que sus productos sean adquiridos por negocios que los utilizan para producir algo nuevo; pero también hay ciertos productos que se prestan para simplemente sacarlos del empaque y así comercializarlos.
Recordemos que no nada más pasa esto con estas tiendas, sino que estas son las bases del comercio mismo. En qué momento perdimos la cordura, no lo sé. Quizás por la flojera de ir a la tienda o por no querer pagar la membresía.
Me queda claro que no sólo los revendedores han hecho su agosto con esta manía, varias personalidades de las redes aprovecharon también la viralidad de los sucesos para su contenido.
Obviamente, muchas de estas publicaciones incitaban al debate sobre el mérito o no de los emprendedores pasteleros, otros simplemente los criticaron. Pero ¿no es cierto también que al darles exposición, hasta publicidad les hacemos? Claro que sí y por eso hoy ya hay otro producto en reventa, aunque a este al menos le ponen tortillas.
Al final, es importante que recordemos una de las bases del comercio, si hay demanda, habrá oferta. Así que mientras haya quien pague porque le traigan su pastel, habrá quien los siga revendiendo.