Sin la narrativa posrevolucionaria, AMLO nunca hubiera sido capaz de articular su discurso de la 4T. El PRIAN le dio la entrada a Morena, en parte por subestimar el rol que juega el discurso de masas, que se respalda en narrativas históricas falseadas y mal contadas por parte de la SEP e historiadores fanatizados.
¿Quién pudiera decir seriamente que Echeverría, López Portillo, de la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón o Peña, lucharon por reivindicar a las figuras más despreciadas de la historia de México, por culpa del partido liberal histórico? Evidencia para esto sobra, que cada quien investigue según sus capacidades.
Curiosamente, los morenistas nunca hablan de que el llamado régimen neoliberal repitió con puntualidad las mentiras de las tres transformaciones, que ahora son el respaldo para la plataforma discursiva de AMLO.
¿Cuáles son las tres transformaciones? La Independencia, la Guerra de Reforma y la Revolución. ¿Cuáles son las tres mentiras que se repiten sobre estos eventos? i(Miguel Hidalgo es el padre de la patria. ii) Juárez es un héroe inmaculado. iii) La Revolución.
La realidad es la siguiente: i) México nace en 1821, no en 1810 y el padre de la patria es Agustín de Iturbide (Jiménez, 1982). ii) Juárez fue reconocido por Estados Unidos por el tratado McLane Ocampo. Los conservadores mexicanos también comprometieron la soberanía nacional al firmar diversos acuerdos en Europa. iii) La Revolución, en realidad, fue una guerra civil con bandos en ocasiones indistinguibles y cobró la vida de más de 1 millón de seres humanos, sin mencionar que no logró sus objetivos.
AMLO está convencido de que porta de aquella antorcha del antiguo partido liberal, no cabe duda de que él es la encarnación del partido liberal en estos tiempos. La oposición todavía no se entera de que en la elección de 2018 AMLO conjuró en sus discursos de campaña imágenes míticas de personajes romantizados.
Tenía y sigue teniendo una baraja de mosaicos centelleantes, rebosantes de promesas de un antiguo ideal extinguido, ideal emulado e instrumentalizado en los regímenes tecnócratas. Para que exista una oposición verdadera y original, tendría que articular su propia mitología histórica, atacando sin cesar a los tres mitos liberales.
No hace falta dar una lista de los que se oponen al discurso de la 4T, estos sobran en instituciones electorales, la academia, los medios o la política, citarlos es una pérdida de tiempo porque no tienen nada original que aportar.
Sin importar de quién trate, ningún líder opositor al populismo de la 4T ha reconocido que el PRIAN y el MC están repitiendo las mentiras que son funcionales para el discurso del Presidente de la República. ¿Qué gobernador o presidente ha gritado “Viva Iturbide” o cantado su estrofa del himno nacional? Se oponen a la Cuarta Transformación, pero no tienen ningún problema con las primeras tres, pero sería una singular injusticia escribir que el PRIAN o el MC tienen preocupaciones de corporizar el ideal revolucionario; evidentemente no. Solamente lo repiten por costumbre. Si acaso algunos de sus actores creen en esas fantasías o en el ingenuo de Madero.
Desde su trinchera, Nuevo León tiene dos opciones: repetirle las mentiras de las tres transformaciones a los niños del futuro o romper en definitiva con la Federación y sus fruslerías. No hay caso más noble para la educación histórica, que el de librar al joven neoleonés de las mentiras de la leyenda negra y las distorsiones de la SEP sobre la Independencia, Guerra de Reforma, porfiriato y Revolución.
Un gran autor que explica la leyenda negra es Marcelo Gullo. Será un día bendito (si es que existe tal día) en el que se extirpe de todo libro dentro de las instituciones públicas neoleonesas las mentiras de la SEP y sus cuentistas sectarios, izquierdistas emborrachados actualmente por el licor de la pendejez, cuyo hermano menor es el progresismo.
Mientras que el “derechista” carece de coraje y valor para salir de su casa, seguramente porque cree que la victoria de Xóchitl es un hecho y que eso cambiará todo. “Xóchitl va”, sí, hacia el inframundo de la derrota.
Incluso si Morena empezara a perder por el MC u otro partido en el 30, perdería frente a un grupo que también estaría promoviendo el globalismo y el mito de las tres transformaciones se seguiría perpetuando.
Se tiene que pensar en escenarios para el 2030, porque esta elección ya se coció (asumiendo que la República llegue a tal fecha). El primer escenario es la continuidad de Morena (incluso si se crea un partido dentro del mismo) o una nueva alternancia globalista, corporizada por MC o cualquier otro partido de corte progresista.
El segundo es que haya un nuevo partido, regional o nacional, que cuestione severamente el dogma y los mitos de la democracia actual; esto en automático excluye a la nueva derecha y a los libertarios. Ni hablar de los monarquistas que se quedaron en el Siglo XIX. Tendría que ser algo más.
Es evidente que el MC y el PRIAN se han hecho compatibles con agencias y programas anglosajones. Los supuestos nacionalistas “liberales”, los morenistas y sus partidarios, se van mezclando sin darse cuenta con los promotores de agendas extrañas y absurdas. Ellos han de enfrentarse todavía, si es que llega aquel bendito día, en 2030 o 2036, a un grupo opositor verdadero que empiece por arrancar de raíz las mentiras fundacionales de la República, pero esto, querido lector neoleonés, es otro cuento y la realidad es que las cosas dudosamente cambien. La democracia posmoderna es lo que permanece.