Hablemos de practicar el arte del interés inteligente en uno mismo.
¿Alguna vez has sentido que, si piensas en ti primero, eres egoísta? Muchas personas creen que cuidarse, poner límites o decir “no”, es sinónimo de ser mala persona. Pero no es así.
Según Albert Ellis, creador de la Terapia Racional, Emotiva y Conductual, aprender a tener un interés inteligente en uno mismo no sólo es sano, ¡es necesario!
¿Qué es el interés inteligente en uno mismo?
Es una forma equilibrada de cuidarse. Consiste en reconocer que tus propias metas, necesidades y bienestar, son importantes, y que tienes derecho a priorizarlos. Pero —y aquí está el equilibrio— sin dejar de considerar a los demás, especialmente a quienes te importan.
No se trata de ser egoísta, sino de tomar decisiones conscientes: A veces pondrás tus deseos primero, y otras veces elegirás dar espacio a las necesidades de otra persona, porque su bienestar también es valioso para ti. La clave, está en que esa elección sea libre, no por culpa, presión o miedo al rechazo.
¿Cómo se ve esto en la vida diaria?
Ejemplo 1: Decides descansar un sábado, aunque un amigo te invite a salir. Necesitas recargar energía, y está bien decir que no.
Ejemplo 2: Tu pareja quiere hablar contigo aunque estés cansado. Sabes que para ella es importante ese momento, así que eliges estar presente. No estás olvidándote de ti, estás tomando una decisión basada en lo que valoras.
El interés inteligente no se trata de imponer ni de ceder siempre, sino de actuar desde la reflexión y el cuidado mutuo.
¿Cómo aplicar el interés inteligente en uno mismo?
Aquí tienes 4 pasos prácticos que puedes comenzar hoy:
1. Hazte preguntas clave: Antes de actuar, pregúntate: ¿Esto que haré me cuida o me descuido? ¿Estoy eligiendo libremente o por miedo a que se enojen conmigo?
2. Aprende a decir “sí” y “no” desde la calma: Decir “no” con amabilidad es válido. Decir “sí” por convicción, también. La diferencia está en elegir sin culpa ni presión.
3. Reconoce tus emociones sin juzgarlas: Sentir enojo, tristeza o culpa no es malo. Obsérvalas, ponles nombre, y pregúntate: ¿Esto me ayuda o me daña? Si te daña, busca una forma más saludable de ver la situación.
4. Recuerda: Priorizarte no es egoísmo, es autocuidado. Y cuando tú estás bien, puedes estar mejor para los demás.
El interés inteligente en uno mismo, es como tener un radar emocional y mental, que te guía a tomar decisiones conscientes, equilibradas y sanas. No se trata de olvidarte de los demás, sino de incluirte a ti en la lista de tus personas importantes.
No te abandones por agradar, no te castigues por priorizarte. Cuídate con inteligencia, con corazón y con equilibrio.
