En medio del caos en estos tiempos, ya tan natural y provocado por las diversas crisis que padecemos, de seguridad, movilidad, ecológica, económica, política, moral y de honestidad, entre muchas otras, el reloj político, que más parece actúa en contra de nuestra tranquilidad y paz emocional, no se detiene frente al revoltijo de necesidades apremiantes que nuestras autoridades deberían de atender pues la clase política en todos los niveles, sigue en pugna por obtener el derecho de contender en los próximos comicios en su versión superestelar de solucionadores de todos los problemas.
De locos, dígame usted si no, estimado lector, es “entrarle al toro” en estos momentos tan álgidos de gran dificultad a querer lidiar con todos los problemas de nuestras comunidades a sabiendas de que existe un alto riesgo de no “poderles”, como lamentablemente visto está, ha sucedido hasta ahora en todos los niveles de gobierno.
Y como ejemplos de este revoltijo, estimado lector, a nivel federal, usted tiene la mejor opinión en torno al comportamiento y resultado de la actual administración que se ha dedicado a gobernar mediáticamente desde el púlpito mañanero de manera, aunque turbia, sumamente clara y transparente, dejando ver con ello sus evidentes intenciones de preservar “el poderoso poder del poder” a costa de lo que sea, sea cual sea, la definición que signifique, lo que sea.
A nivel estatal, visto está, el conflicto político entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo sigue como en las mejores épocas de la Arena Coliseo, a todo lo que da, ocupando en las carteleras los estelares, encabezados y tiempos preciosos que se podrían utilizar para intentar resolver los problemas más apremiantes de la comunidad y que son desperdiciados en el ejercicio del “toma y daca” de las partes en conflicto.
A nivel municipal, ni se diga, estimado lector, creo que hoy, más que nunca, la gran mayoría de nuestros municipios metropolitanos, y no se diga los rurales, han ido sucumbiendo frente a la incompetencia y falta de sensibilidad y responsabilidad de las autoridades, que en lugar de priorizar en tratar de resolver sus propios problemas, se han dedicado de lleno a demostrar sus habilidades y dotes, en el ejercicio del incierto pero apasionado deporte de la grilla y la polaca.
El tema es que entre todo este revoltijo de situaciones y crisis sociales, estimado lector, en estos tiempos preelectorales, la clase política siente, cree y vende en su individualísima “marca personal”, y como si portaran una infalible varita mágica, las soluciones que demanda la problemática de nuestras sociedades.
Los que ya comenzaron sus respectivas campañas, tirándose unos a otros apoyados por videos, tuits y mensajes en sus espectaculares spots que van desde las desacreditaciones a las adversarias intenciones y dichos, hasta con bailables y rolas pegajosas que en realidad no abonan en la promesa eficaz ni encajan en los criterios razonables que indiquen que poseen los conocimientos y la experiencia para resolver los problemas más allá de lo escénico.
Y los que todavía no comienzan o no pueden comenzar porque sus aspiraciones políticas se encuentran empantanadas en las lagunas y recovecos de litigios legales en los tribunales, juzgados y cortes supremas, quedan expuestas al arbitrio de los todopoderosos jueces y magistrados que deciden lo que en teoría le tocaría resolver a la sociedad.
Así pues, estimado lector, el reloj político sigue su paso que cada día que sucede, torna más intenso el ambiente, mientras que por descuido, desatención o desinterés, en medio de este deleznable revoltijo de intereses particulares, políticos, gremiales y partidistas, las crisis y problemas que aquejan a nuestras sociedades se incrementan a la espera de que del próximo proceso electoral salga “el valedor” que sea capaz de resolverlas con verdadera voluntad y auténtico trabajo, y no con una alquimista varita mágica electorera de promesas sin cumplir.
Por hoy es todo, medite lo que le platico, estimado lector, esperando que el de hoy sea un reflexivo día, por favor cuídese y ame a los suyos; me despido honrando la memoria de mi querido hermano Joel Sampayo Climaco, con sus hermosas palabras: “Tengan la bondad de ser felices”. Nos leemos, Dios mediante, aquí el próximo lunes.