La revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) será un momento decisivo para nuestro país.
Este acuerdo regula la relación comercial más importante de México, de la cual dependen millones de empleos, inversiones y oportunidades para las y los mexicanos.
Rumbo a su revisión, prevista en 2026, lo que nos toca a cada uno de nosotros es poner en una balanza los beneficios, retos y oportunidades del Tratado para nuestro país. En esta ocasión, ese ejercicio no será a puerta cerrada, con un puñado de personas decidiendo sobre lo que está bien y no. Todo lo contrario: ahora, todos y todas tenemos voz en ese asunto.
La Secretaría de Economía ha abierto un proceso de consulta pública para que quien quiera pueda aportar ideas y hacer llegar observaciones sobre el funcionamiento del Tratado. Este ejercicio, que durará 60 días, es una oportunidad histórica para integrar las voces ciudadanas y productivas al diagnóstico que México presentará en esta revisión.
Desde la Comisión de Seguimiento e Implementación del T-MEC en el Senado hemos hecho nuestra parte. Desde su creación, hemos impulsado foros y mesas de trabajo con sectores clave, que nos han permitido recoger preocupaciones, propuestas y perspectivas que hoy nutren la posición de nuestro país.
Con el sector automotriz dialogamos sobre la necesidad de impulsar la electromovilidad y modernizar las aduanas. Acordamos, entre otras cosas, establecer diálogos trilaterales con congresistas y estrechar la coordinación con las Secretarías de Economía y Relaciones Exteriores. Ante el incremento de aranceles, propusimos fortalecer la coordinación entre los poderes Legislativo y Ejecutivo, junto con la industria privada, para enfrentar desafíos estructurales como la educación tecnológica y la infraestructura en aduanas y transporte, además de preparar escenarios estratégicos de cara a la negociación.
Con el sector agroalimentario se puso sobre la mesa la necesidad de mantener el diálogo técnico y proteger la sanidad e inocuidad alimentaria, pilares de nuestras exportaciones en el marco del T-MEC. También se abordaron temas estructurales como la escasez de agua, la tecnificación del riego y los retos del cambio climático.
Finalmente, estuvimos trabajando con la industria de semiconductores, con quienes coincidimos en que debemos integrar a México en las cadenas de valor globales y generar un marco jurídico adecuado para este sector. Entre las propuestas acordadas está la preparación de una iniciativa de Ley en materia de semiconductores, que impulse infraestructura, inversión, incentivos fiscales y la transición hacia una economía circular.
Hoy, todos estos resultados han sido entregados al secretario de Economía, Marcelo Ebrard, para su análisis y consideración. Estoy convencido de que estas aportaciones serán de gran valor en la construcción de la posición mexicana rumbo a la revisión de 2026.
El T-MEC es un instrumento de competitividad, pero también debe serlo de justicia económica. Debemos garantizar que los beneficios se traduzcan en mejores salarios, empleos dignos y oportunidades para las y los jóvenes. Ese es el sentido que queremos darle: un tratado al servicio de la gente, no solo de los grandes indicadores macroeconómicos.
Invito a la ciudadanía, a las empresas, a los trabajadores y a los académicos a participar en la consulta pública de la Secretaría de Economía.
Hagamos de este ejercicio democrático una herramienta para fortalecer nuestra competitividad, cuidar los empleos y proyectar el desarrollo económico de México hacia los próximos años.
Desde el Senado y la Comisión que presido, seguiré trabajando para que México se fortalezca con este acuerdo y que su revisión sea una oportunidad para garantizar el bienestar de todas y todos.
El futuro del T-MEC nos importa a todos.
