Mientras neguemos la realidad cuando esta es desfavorable, más nos mantendremos atrapados en un callejón sin salida.
Todos los seres vivimos adversidades, si bien es cierto que, durante algún tiempo, años incluso, las cosas pueden ir a nuestro favor, por la propia naturaleza de la realidad, donde todo lo que existe es impermanente, algo desfavorable tocará a nuestra puerta, y si no queremos abrirle, seguirá tocando hasta que le veamos en su real proporción.
Sin embargo, aunque lo anterior lo sabemos, es extremadamente raro, que nos preparemos de forma seria y respaldada para dichos momentos.
Al contrario, queremos y hacemos lo imposible por alargar las experiencias sensorialmente agradables lo más posible y por supuesto que eso es válido siempre y cuando dicha elongación del placer y el disfrute no sea en detrimento de nuestro bienestar posterior y nuestro desarrollo interior, me explico.
Existen, por ejemplo, personas que comen lo que les plazca sin considerar los daños a su salud, (ni qué decir al ecosistema), que esta alimentación les pueda generar y, paradójicamente temen enfermarse, y siguen todos los pasos gastronómicamente hablando para enfermarse.
Por otro lado, podemos también desarrollar actividades agradables que no dañen nuestra salud y ahí precisamente entraría el ejemplo de tomar cursos para aprender a cocinar sanamente, y preparar dichas comidas con todo nuestro amor y dedicación, lo cual es totalmente favorable.
Pero podemos pasarnos la vida aprendiendo cocina, música, idiomas, deportes, y todo eso es maravilloso, pero… ¿cuánto tiempo le dedicamos a entrenar nuestra mente para prepararla para cuando lo adverso e inevitable, toque a nuestra puerta?
Cada vez más personas saben que de no entrenar la mente, incluso cuando la vida es favorable, nos lleva al sufrimiento, pero dichas personas no son, en esta etapa de nuestro desarrollo, la mayoría.
La gran mayoría de las personas siguen con la fantasía o la ilusión de que: “A mí no me pasará”, y mientras imploran por evitar dichas adversidades, estas llegan puntuales a su cita, cuando el karma madura y se manifiesta.
Por lo tanto, la propuesta que un servidor suelo compartir, una y otra vez, es: Entrena tu mente para que seas genuinamente feliz, y cuando la vida nos dé una bofetada, saber mantenerse íntegro, ecuánime, pero, sobre todo: pleno.
Con lo anterior no quiero decir que yo sea un experto en dicha capacidad de abrazo a la adversidad, estoy consciente de que tengo un área de oportunidad bastante amplia, pero nunca trato de dejar fuera de mi ecuación de vida, el esfuerzo y dedicación a mi modesta capacidad, de prepararme para dichos momentos inevitables.
Sin caer en el fatalismo ni el extremismo, disfrutando de lo que sea sano y posible, pero aprendiendo de lo que reconocidos maestros enseñan para vivir plenamente. Hasta el siguiente momento presente.
