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Opinión

Entorno

El Purgatorio de @elcabritomayor

Al vivir en un país de por sí dividido por cuestiones geográficas naturales donde en algunos puntos de la gran mayoría del territorio abunda la pobreza, la desigualdad, la inseguridad y la carencia, la resolución de las necesidades de la población siempre habían sido “el caballito de batalla” y estandarte propagandístico de la clase política durante los procesos electorales; sin embargo, el día de hoy, la recurrente falta de soluciones efectivas cuando se está en el poder ha propiciado que el entorno en todos los sentidos se haya vuelto cada vez más peligroso y violento para todos.

Triste es reconocer lo que está sucediendo en el país, que aunque segmentado y dividido, en ocasiones se entrelaza por el innumerable cúmulo de intereses, algunos claros y otros turbios para la aparente solución de las diferentes problemáticas, donde la sociedad, hoy más que nunca realmente preocupada, percibe y palpa y vive el grave retroceso que, eso sí, a todos por igual nos perjudica.

Y es que, estimado lector, partiendo de los principios y valores humanos más elementales, la vida misma a la cual por el solo hecho de poseerla, tenemos derecho a disfrutarla con todo y sus vaivenes de manera lícita, en todas sus etapas siempre ha sido frágil, por demás ahora con la creciente ola de intereses que han propiciado el equivocado actuar gubernamental que ha derivado en la inseguridad, la contaminación, el tráfico y estrés reinante en el entorno común del ciudadano que expuesto, claro está, ahora es más vulnerable a sucumbir de manera colateral por el desatino de quienes manejan las acciones de los gobiernos.

Además, increíble es que ahora más que nunca es indispensable razonar a conciencia y en plena libertad a quién depositar la confianza para dirigir de manera más adecuada nuestras comunidades, el entorno de la baraja político electoral para elegir a nuestros gobernantes, se vea en principio menguada por la inseguridad, las amenazas, las presiones, negociaciones y extorsiones que los intereses opacos y/o criminales han introducido en el ámbito político, independientemente de la escasez de virtudes, capacidades y habilidades político-administrativas para dirigir a los gobiernos de parte de cada uno de los candidatos.

No conforme con ello, estimado lector, y a falta de propuestas serias y positivas para el ejercicio del análisis, la “guerra sucia y la violencia política” en el tránsito de las campañas se ha hecho cada vez más creciente conforme avanzan los procesos electorales y desde ofensas, descalificaciones, falsedades, denuncias, amenazas, “juicios políticos” y un largo etcétera en ataques entre algunos de los contendientes, ensombrecen más aún, el complejo entorno ciudadano para la elección.

Mientras los partidos políticos apuestan en sus objetivos por la “cuchara grande del carro completo”, la ciudadanía urge del análisis concienzudo de las individuales propuestas de campaña que en la mayoría de los casos, no han surgido a la vista del escrutinio público por las adversas estrategias de los expertos comunicadores que han sugerido privilegiar el “pastelazo” mediático de la desacreditación y la calumnia por encima de los principios básicos de la contienda que son las propuestas y programas de trabajo diseñados para ofrecer soluciones reales a las problemáticas de la ciudadanía.

Pero las campañas políticas deben ser entusiastas y audaces, aunque huecas, para mover las emociones y sentimientos de los votantes por encima de la razón, la verdad y la realidad que de forma auténtica es dura, difícil, complicada y en algunos casos, mortal para la sociedad que padece todos los problemas que ya conocemos y que los aspirantes a gobernantes prometen por arte de magia solucionar.

Además, el ciudadano ha tomado conciencia de que el poder absoluto corrompe y por ello los aparatos gubernamentales urgen de contrapesos para propiciar un verdadero y civilizado ejercicio político que busque, independientemente del color de los actores políticos, mejorar los entornos de los ciudadanos y las comunidades para alcanzar, de una vez por todas, los niveles adecuados de bienestar para toda la sociedad.

Por hoy es todo, medite lo que le platico, estimado lector, esperando que el de hoy sea un reflexivo día, por favor cuídese y ame a los suyos; me despido honrando la memoria de mi querido hermano Joel Sampayo Climaco, con sus hermosas palabras: “Tengan la bondad de ser felices”. Nos leemos, Dios mediante, aquí el próximo lunes.

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