Monterrey ha tenido alcaldes de los más variados pelambres. Buenos y malos, cultos y brutos, mirreyes y machos, corruptos y más corruptos. Pero casi todos hombres.
Lo política en Monterrey segregaba testosterona. Ya no. Hemos tenido buenas legisladoras, excelentes alcaldesas (con sus excepciones), pero sólo una alcaldesa de Monterrey. Hasta ahora.
¿Por qué ese techo de cristal para las mujeres en Monterrey? Porque el machismo imperaba en el ADN norteño. Ya no.
Hay partidos políticos que quieren imponer la misoginia como política en Monterrey y pretender tapar el sol con un dedo, ocultando una radiante verdad: las mujeres gobiernan mejor que los hombres, porque son mejores que los hombres. Su código genético está mejor escrito. Sin duda.
De manera que aventuro una predicción: el gobernante de Monterrey que releve a Colosio Riojas no será hombre sino mujer.
Para acabar pronto, en el próximo trienio, el Palacio Municipal de Monterrey segregará estrógeno y no más testosterona. Afortunadamente.
Y saldremos ganando todos. No se trata de feminizar la política (que debería) sino de moralizarla.
Y dejar de una vez por todas el machismo en la basura.