Conforme avanza el tiempo político y en medio de todas las cosas que forman la vida ya común y corriente de nuestras comunidades y traducidas en esta época lamentablemente en escándalos, acusaciones, desapariciones, secuestros, levantones, simulaciones, pleitos, debates, amenazas, chantajes, extorsiones, asesinatos, demandas, falsedades y un largo etcétera en un tenor bastante adverso para la vida libre y democrática del país, la sociedad por entero de forma innegable y más allá de cualquier gobierno, tiene en esta recta final de los presentes procesos electorales la incuestionable oportunidad de definir de una vez por todas, su propio futuro.
Y es que aunque las cosas pintan muy complejas y complicadas por el entorno adverso de inseguridad general en el que el proceso electoral está inmerso, es sin duda y aunque a costa de la propia vida haya quienes quieran influir para determinar en los resultados de los venideros comicios, el rumbo y el mando en las riendas en quienes se depositarán los distintos gobiernos y poderes, según los parámetros democráticos precisamente establecidos, dependerá de manera inobjetable de la preferencia de las mayorías.
Por ello, políticos, oportunistas y advenedizos inscritos en el panorama escénico de este proceso electoral ofrecen y han ofrecido en su discurso político desde el hueco de la nada, pasando por pegajosos temas musicales y otros no tanto, hasta lo más preciado, las perlas de la virgen en forma de seguridad o un ataque frontal contra la corrupción que tanto dinero le ha costado al bienestar social de muchas comunidades.
Y es que ciertamente que dentro de su respectivo morral los actores políticos traen un atado de aparentes buenas intenciones que junto con la personalísima barita mágica que llevan bajo el brazo, pretenden resolver toda la problemática social a cambio del voto que los lleve a concretar por lo menos su objetivo más inmediato, el sentarse en la silla por la que contienden en estas elecciones.
Sin embargo, por la experiencia adquirida a lo largo de la prueba y error que han arrojado los anteriores procesos electorales y que han quedado marcados en la historia y en la memoria electoral, el trabajo persuasivo de los candidatos se ha tornado cada vez más difícil y complicado por un basto número de factores nuevos que en la actualidad intervienen en el proceso para que el lector decida de manera consciente, madura y razonada la emisión de su voto.
A los problemas de seguridad, contaminación, movilidad, agua, transporte, migración, desigualdad, pobreza, empleo, salud, educación, ecología y muchos factores más que inciden directamente en los bajos niveles de bienestar de las diferentes comunidades, se le debe de sumar, reconociéndolo de una manera alarmante, la creciente ola de violencia por parte del crimen organizado y también desorganizado, pero al final de cuentas, crimen que a últimas fechas se ha desatado no sólo en el ámbito social de las comunidades, sino también en el ámbito político de los comicios que marcarán un después como los más violentos en toda la historia del país.
Por ello, en esta recta final de los comicios, es importante poner mucha más atención en los acontecimientos políticos, electorales y sociales que surjan de aquí al día de la elección a fin de recurrir a la conciencia personal y colectiva para evaluar lo que mejor nos conviene para elegir el país en el que nosotros, nuestros hijos y las futuras generaciones tendrán que transitar. Si uno de paz, armonía y bienestar, o el de violencia e insensibilidad en el que ahora estamos.
Independientemente de los colores de la oferta política actual, es necesario estar consciente que en esta recta final, en usted está, amable lector, la decisión del futuro que queremos para México.
Por hoy es todo, medite lo que le platico, estimado lector, esperando que el de hoy sea un reflexivo día, por favor cuídese y ame a los suyos; me despido honrando la memoria de mi querido hermano Joel Sampayo Climaco, con sus hermosas palabras: “Tengan la bondad de ser felices”. Nos leemos, Dios mediante, aquí el próximo lunes.