El tema de violencia política en razón de género es una constante en la arena política; sin embargo, no queda claro para la mayoría de las personas el concepto, que lamentablemente en ocasiones ha sido desgastado precisamente por no tener claro su alcance y su razón de ser.
Las mujeres que participamos en política, en su mayoría, tenemos historias de violencia de género, situación que ha llevado al Congreso federal y a los Congresos locales a legislar sobre la materia para garantizar un desempeño de las mujeres libre de violencia. La legislación existe; sin embargo, el camino aún es largo, pero la ley nos acompaña.
Para el tema electoral, también existen lineamientos previstos en la ley electoral para evitar que las mujeres seamos presa de decisiones que pretendan dejarnos fuera de la representación popular al encabezar candidaturas a puestos de elección en territorio de baja o nula rentabilidad para los partidos.
Por esa razón, el Instituto Nacional Electoral ha emitido lineamientos que son candados que pretenden blindar a las mujeres de ser enviadas a las peores posiciones. Estas disposiciones electorales han mostrado un alto grado de efectividad y hoy nuestro país cuenta con congresos paritarios a nivel federal y estatal; y existe un evidente incremento de gubernaturas y alcaldías con mujeres al frente que dan cuenta de la participación y respeto al derecho político de las mujeres para ser votadas.
En partidos dominados por hombres es muy común que se cometan excesos en contra de las mujeres, las posiciones privilegiadas son reservadas para los varones y aun con los lineamientos de paridad es complicado sacar adelante a perfiles de mujeres en algunos cargos de elección con ventaja competitiva para los partidos.
Hacia allá se dirige la paridad, esa es la razón de la lucha de años de miles de mujeres que desde su trinchera, en sus diferentes puestos públicos o privados, desde casa o en las calles manifestándonos, hemos dado la batalla para ir logrando de a poco los grandes cambios legislativos y electorales que hoy dignifican la presencia de mujeres en puestos de poder, como representantes populares o como parte de los consejos y comisiones de órganos colegiados en diversas materias.
Es inevitable recordar la lucha de mujeres extraordinarias como María Elena Chapa, a quien recuerdo con mucho cariño y orgullo por su sensibilidad, su tesón y su capacidad de contagiar a las mujeres en la lucha por la paridad, en insistir en la sororidad entre mujeres para apoyarnos unas a otras en alcanzar las metas de representación tanto en lo público como en lo privado; así nació RED PARIDAD, una asociación de mujeres de diferentes perfiles, partidos, profesiones y personalidades pero todas con un fin común, el de luchar por un México paritario, con iguales oportunidades para hombres y mujeres.
En donde el talento, el estudio, las aptitudes y en general las cualidades de las mujeres sean tomadas en cuenta y no relegadas por el simple hecho de ser mujeres. También existen otras asociaciones nacionales, como 50+1, en la que coincidimos un grupo más amplio de mujeres de todo el país y que ha tenido el impulso de grandes mujeres en posiciones de poder que hoy hacen posible que tengamos representación en todos los estados de la República y en algunas ciudades de Estados Unidos con el único objetivo de llevar más mujeres a los puestos de toma de decisión y a evitar a toda costa que seamos segregadas o nulificadas.
Hay otras iniciativas locales como nuestra Colectiva 360, en donde participamos mujeres de diferentes generaciones, estudiantes, profesionistas, activistas, luchadoras sociales, políticas y todas con un denominador común, erradicar la violencia contra las mujeres.
La lucha sigue y sigue.