Pasamos mucho tiempo corriendo de emociones desagradables y persiguiendo emociones agradables, algo que al final nos termina desgastando.
Cuando imparto el curso de reducción del estrés basado en mindfulness, tocamos un tema que invariablemente genera un impacto en los participantes, la propuesta de mindfulness para la gestión emocional.
Y es que todos, en mayor o menor grado, caemos en la trampa de nuestro cerebro, el cual, se resiste a la presencia de emociones desagradables y se apega a la experiencia de las emociones agradables.
Dicha tendencia es natural, es instintiva, y desgraciadamente, va gestando en nosotros la receta perfecta para el sufrimiento, desarrollado por medio de la aversión y el apego.
Debido a que inevitablemente viviremos emociones desagradables e inevitablemente las emociones agradables no estarán siempre presentes, lo más sensato es aprender a gestionar esta realidad.
Por lo tanto, la propuesta de mindfulness es aprender a abrazar las emociones, aprender a verlas como lo que son, procesos naturales y transitorios que tienen la intención de prepararnos para enfrentar estímulos con los que nos vamos enfrentando.
Recuerdo hace años que leí un libro del maestro Thich Nhat Hanh donde hablaba del manejo de la ira, y él decía que comparáramos a la ira con un bebé nuestro, que se encontraba llorando inconsolable.
Entonces comentaba que, al igual que un recién nacido llorando, nosotros lo arrullábamos, lo secábamos si estaba mojado, lo cubríamos si tenía frío o lo alimentábamos si tenía hambre y eso calmaba al bebé.
Asimismo, deberíamos de atender a nuestra ira, el decía que cuando un recién nacido llora nosotros no lo arrojamos al bote de la basura, y porqué entonces si queremos arrojar a lo más profundo de nosotros a las emociones que no nos agradan.
De la misma manera que el maestro Thich Nhat Hanh, mi invitación para ti es: Abraza tus emociones.
No le tengas miedo al miedo, no te enojes con tu enojo, no te entristezcas por tu tristeza.
Al contrario, permanece con una apertura de corazón a cada una de estas facetas y si logras desarrollar un anclaje en el momento presente, podrás admirar todo el espectáculo que las emociones generan sin perderte en su contenido.
Si tú dedicas diez minutos diarios a respirar con atención, estarás logrando cambios cerebrales que provocarán que tus emociones sean menos intensas, y que tu habilidad para detectarlas tan pronto emerjan, se irá incrementando, y eso logrará que eventualmente puedas relacionarte de una forma más sabia con los procesos emocionales.
Así que recuerda que cada emoción es un mensajero que quiere ayudarte a atender alguna experiencia, y son mensajeros muy eficientes, si no evitas al mensajero, este te entregará su paquete y se retirará.
Y te darás cuenta de cómo las emociones empiezan, aunque sean desagradables, a ayudarte para tener una vida mucho más rica y más plena.
Hasta el siguiente momento presente.
