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Nuevo León

Presas se secan y lloverá menos; embalses de NL están en crisis

De acuerdo con registros de CONAGUA, nivel acumulado de las tres presas de la entidad apenas llega a 31%, el peor en más de una década


  • 12
  • Abril
    2024

Al día de hoy, las presas de Nuevo León se encuentran en uno de sus niveles más preocupantes en los últimos años, al sumar sólo 31% de llenado.

Frente a esto, se advierte un nuevo desafío, debido a que el pronóstico de lluvias para la temporada se estima esté al menos 20% por debajo del promedio.

A esto hay que agregar que, de acuerdo con registros históricos de la Conagua, el nivel actual de los embalses de la entidad es el más bajo de la última década.

Es el embalse de Cerro Prieto en Linares, donde la situación se recrudece al contar con solo 7% de llenado, es decir, un vacío de 93% y que además está en la cuenta regresiva para exprimirle lo poco que queda, la Federación estima lluvias por debajo del promedio en su región hidrológica.

Y es que, en abril, las precipitaciones esperadas por la Comisión Nacional del Agua para la cuenca del río San Fernando son menores en 20% a lo que históricamente se registra.

Aunque para mayo el panorama mejora ligeramente, el pronóstico no alcanza a llegar a las condiciones normales, pues son 5% menos.

Ya con el verano, en junio, la sequía en la cuenca vuelve a acrecentarse, con una expectativa de lluvia de 15% por debajo del promedio.

Actualmente, al embalse de Linares debe extraérsele agua artificialmente, pues el líquido no se puede captar por la toma. Para sacar los 1,656 litros por segundo que aporta actualmente, es necesario utilizar nueve bombas flotantes que llevan el agua hasta una represa provisional construida alrededor de la estructura captadora.

El pasado 3 de abril, El Horizonte publicó como el gobierno de Nuevo León planea incrementar la cantidad de bombas flotantes en el vaso, pues lanzó una licitación para la operación de cuatro estaciones con 11 dispositivos de bombeo en total. Según el concurso, Agua y Drenaje espera que estos dispositivos funcionen el próximo lunes 15 de abril.

El escenario no es mejor para las dos principales presas restantes: El Cuchillo y La Boca, que comparten la cuenca del río San Juan.

En esa zona hidrológica la expectativa de lluvia es la misma que para Cerro Prieto: -15% de lluvia para abril; -5% para mayo; y otros -15% para junio.

Hoy, los tres embalses aportan 10,000 litros por segundo al área metropolitana de Monterrey, y tiene disponibles 461.2 millones de metros cúbicos, es decir, el 31% de su capacidad conjunta.
 
MUESTRAN SATÉLITES BAJOS NIVELES DE LAS PRESAS

Imágenes satelitales muestran la caída que enfrentan El Cuchillo y Cerro Prieto, que, además de aportar al gasto de la ciudad, en lo que va del año han trasvasado agua hasta La Boca.

La disminución más marcada se registra en El Cuchillo, que desde finales de 2024 hasta abril ya presenta la formación de pequeñas islas dentro de su vaso.
 
CICATRICES DE LA SEQUÍA

Con su almacenamiento a niveles críticos, la presa Cerro Prieto muestra las heridas y cicatrices de una sequía que no da tregua.

En el largo vaso del embalse, donde antes abundaba el agua, hoy únicamente se impone el polvo, maleza, y, sobre todo, la desolación.

Aquellas palapas y andadores, que vibraban con visitantes todos los días de la semana, se redujeron a una suerte de pueblo fantasma.

Los alrededores del área destinada para el turismo tampoco muestran actividad, pues los pescadores y otros deportistas ya no ven a la presa como una opción ahora que está prácticamente seca.

Pero más allá de la estadística que revela un llenado de apenas el 7%, la gravedad de la escasez puede apreciarse a simple vista hacia donde sea que se mire.

Las compuertas del embalse son el ejemplo perfecto, pues lejos de estar rodeadas de agua, sus gigantes paredes de concreto solo tienen basura a sus pies.

Otra señal de que Cerro Prieto agoniza es la ruidosa operación que las autoridades orquestan para mantenerla con vida y seguirla aprovechando.

Y con máquinas funcionando a todas horas, la poca agua que queda se bombea y dirige artificialmente hasta la toma, porque de otra manera no alcanzaría a captar nada más que tierra.

Hoy los únicos visitantes constantes del embalse son un puñado de trabajadores estatales y federales, testigos diarios de como el nivel de llenado es cada vez menor.
 


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