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Cultura

Brasil es mucho más que futbol, te roba el corazón

Con unos 85,000 habitantes, São Sebastião cuenta con más de 30 playas, cascadas, caminos, cuerpos de agua, formaciones naturales y bosques.


  • 28
  • Marzo
    2024

Iniciar una travesía de más de 10,000 kilómetros para viajar desde México hasta Brasil ciertamente es emocionante, pero también desafiante: es enfrentarte a otro idioma, otra moneda, otra cultura, otra gastronomía y hasta otro clima.

Sin embargo, cuando de viajar se trata, cualquier desafío es mínimo, porque la fuerza interior y la voluntad de conocer nuevos horizontes son más intensos que los miedos o las fobias que de repente suelen aparecer en nuestros pensamientos.

Después de un largo viaje en un vuelo de más de 10:00 horas por fin llegué a Brasil, inmenso país con una extensión de más de 8 millones y medio de kilómetros cuadrados; es el tercer país más grande de América y el quinto más grande del mundo con una población de 217 millones de habitantes, cuyo idioma oficial es el portugués.

De inmediato inicié mi aventura…

Sao Pablo
La metrópoli es impresionante con su bullicio constante en el centro de la ciudad, tanto así, que no hay mucha diferencia entre el día y la noche. Oleadas de gente por aquí y por allá. Turistas de negocios van y vienen. Visitantes de placer cargando sus maletas se ven por doquier.

Los atractivos turísticos por excelencia como el Museo de Arte de Sao Pablo, la Avenida Paulista, la Pinacoteca del Estado y el Parque Ibirapuera, lucen abarrotados, sobre todo en la temporada alta, cuando los visitantes se arremolinan para tomarse la mejor foto.

Como todo buen mexicano amante de la gastronomía, no pude evitar que mi mirada se clavara en una vitrina de salgados, que son unas croquetas de trigo, de diversas formas, crocantes por fuera y suaves por dentro y cuyo relleno puede ser de jamón, pollo, queso carne o mariscos.

¡Wow, son ricos y exquisitos! El precio va desde los $5 reales ($1 dólar aproximadamente) hasta 15 o más reales ($3 dólares o más), dependiendo del tamaño, el relleno y, sobre todo, el lugar donde los compres.

Amé Sao Pablo. Me sentí como en casa. Quisiera quedarme más tiempo, pero debo continuar mi travesía. 

¡seguro que volveré!

Campos do Jordao
Viajar 160 kilómetros de Sao Pablo a Campos Do Jordao en autobús me llevó unas tres horas. El precio fluctúa entre $190 y $260 reales (entre $42 y $57 dólares), dependiendo de la línea que se escoja. La carretera es amplia, moderna y en el trayecto no hubo contratiempos.

Los autobuses hacen paradas en restaurantes modernos y bonitos, con excelente servicio de comida, donde el precio depende del peso de las porciones que hayas puesto en el plato. Los baños también lucen impecables y no tienen costo.

¡Hay guey! es lo que alcancé a exclamar cuando el autobús llegó a Campos Do Jordao, enclavada en la sierra de la Mantiqueira, una extensa reserva ecológica de Brasil. La hermosa ciudad evoca los paisajes pintorescos de Suiza y Ámsterdam.

Ubicada a más de 1,700 metros de altura sobre el nivel del mar, es la ciudad más alta de Brasil. Cuenta con una población de unos 50,000 habitantes, pero en época invernal recibe hasta tres millones de visitantes, principalmente brasileños que llegan a disfrutar el frío.

Me quedé asombrado cuando visité Amantikir, un jardín natural en cuyo interior hay 22 jardines inspirados en 12 naciones diferentes. En particular recorrí el Jardín Chino, una verdadera joya de la naturaleza que exhibe árboles y plantas del legendario país asiático.

Hay muchos otros parques y atractivos naturales que se pueden visitar y que cuentan con instalaciones para realizar deporte extremo, en un ambiente totalmente familiar y seguro, entre ellos el Parque Estadual Campos Do Jordao, Museo Felicia Leirner, Boa Vista Palace, Mosteiro de Sao Joao y Parque Capivari.

En Campos Do Jordao, los hoteles, restaurantes y un moderno centro comercial ofrecen servicios de primera calidad con diferentes opciones de precios, desde moderados hasta para los bolsillos más exigentes. Las cervecerías artesanales también predominan en la ciudad y aguardan a los amantes de la bebida, con una amplia gama de precios y sabores.

En este hermoso lugar hay un famoso restaurante llamado Dona Chica, que ofrece una suculenta gastronomía a base de productos orgánicos cosechados ahí mismo. Todo un manjar resulto un crujiente y jugoso lechón a la parrilla, acompañado de verduras asadas y bebidas a base de frutos rojos de la localidad.
São Sebastião.

Unas tres horas tardo el autobús para recorrer los 181 kilómetros que separan Campos Do Jordao de la ciudad de São Sebastião, destino natural preferido por millones de turistas brasileños y extranjeros que año con año disfrutan este lugar.

Con unos 85,000 habitantes, São Sebastião cuenta con más de 30 playas, cascadas, caminos, cuerpos de agua, formaciones naturales y bosques que hacen de ese lugar un verdadero paraíso.

Las tranquilas playas de agua azul no tienen comparación y son disfrutadas no solo por jóvenes, sino también por familias enteras que acuden a divertirse con las aventuras que brinda la naturaleza.

Tirolesa, rapel, paseos en barco, senderismo y caminata son otros de los atractivos que ofrece esta pequeña ciudad del atlántico brasileño, donde además se puede disfrutar de una excelente gastronomía, sin dejar de probar la caipiriña, la bebida más tradicional y popular de Brasil.

El solo pensar que tengo que dejar São Sebastião me causa un poco de tristeza. Aún no me marcho y ya estoy extrañando este hermoso lugar. Si por mí fuera me quedaría aquí, pero tengo que continuar mi camino.

Río de Janeiro
Aunque un poco cansado por las múltiples actividades desarrolladas en este maravilloso paseo, me dispuse a viajar por carretera a Río de Janeiro y el hecho de pensar en que visitaría ese lugar me quitaba el sueño. Es un viaje de 450 kilómetros que se hace en unas seis horas, siempre y cuando no se presenten inconvenientes.

Un calor sofocante, consecuencia del cambio climático, nos recibió a mí y a los miles y miles de turistas que llegaron ese mismo día. Por lo mismo, las playas se veían impresionantemente abarrotadas de gente que buscaba refrescarse en la bahía.

No pude dejar de ir a visitar al Cristo Redentor, ese monumento icónico cuyas fotografías le dan la vuelta al mundo de vez en vez, recordándonos la grandeza de Río de Janeiro y de Brasil en general.

Otro de los atractivos que no se pueden dejar de visitar es Pan de Azúcar, un enorme peñasco situado en la boca de la bahía de Guanabara, que tiene una altitud de 396 metros y al cual se llega a través de un moderno teleférico. Estar en ese impresionante lugar es un recuerdo que se lleva en la memoria por el resto de la vida.

Es difícil estar en Brasil y no degustar una exquisita picaña, sino el principal si uno de los platillos más famosos del país sudamericano. Esa noche la cena fue verdaderamente suculenta y abundante en Río de Janeiro.

Cuando estuve frente al estadio Maracaná no lo podía creer. Apreciarlo por fuera es imponente, pero entrar a ese coloso es aún más conmovedor. Recorrer el museo y las graderías; pisar la cancha y conocer los vestidores de ese estadio, el más grande de Brasil y en su momento el más grande del mundo, es una experiencia inolvidable.

Después de recorrer Río de Janeiro no me faltaba más que deleitarme con una feijoada, que
es el plato nacional de Brasil, elaborado a base de frijoles negros.

El guisado se elabora de múltiples formas: con carne de res, verduras, manitas de cerdo, salchicha y otros ingredientes. La feijoada me dejo satisfecho y con mucha energía para continuar el regreso hacia mi México querido.

Algo que me llamo poderosamente la atención es que en Brasil todos los turistas extranjeros tienen seguro de gastos médicos en forma gratuita, por lo que cualquier visitante que requiera atención la recibirá en forma inmediata. Ese servicio es un gran ejemplo para los países que reciben turismo, como es el caso de México.

Otro detalle que me gusto es que el dinero en efectivo casi no se usa, ya que los servicios bancarios digitales están muy desarrollados. Por ese motivo me quedé con el ojo cuadrado cuando vi que los eloteros, paleteros y hasta el más pequeño de los vendedores ambulantes utilizan terminales para cobrar a los tarjetahabientes.

Apenas regresé a México…. y ya te estoy extrañando Brasil!

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