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Opinión

Amabilidad cotidiana

El momento presente

Estamos tan apresurados en nuestros pendientes que el mismo estrés que esto genera nos hace aislarnos de nuestros semejantes.

Indudablemente una de las capacidades más sanadoras que podemos desarrollar los seres humanos es la bondad.

Es la capacidad natural de ser buenos y esta capacidad la dirigimos a las personas que amamos, nos interesan e incluso esa bondad no sólo se extiende a las personas que conocemos y amamos sino a desconocidos e incluso a otros seres vivos.

Sin embargo, esa sanadora actitud puede verse debilitada e incluso velada cuando estamos perdidos en nuestro sufrimiento, estrés, angustia, ansiedad, depresión e infinidad de malestares, y el resultado es un aislamiento que nos desconecta incluso de los seres más cercanos a nosotros.

El desconectarnos de los que amamos desgraciadamente no es algo raro, está directamente relacionado con la distracción que vivamos; y así podemos despertarnos y saludar a nuestros seres queridos, e involucrarnos en nuestras actividades diarias sin apenas ver a los que nos rodean.

En una ocasión una señora que tomó mi curso comentó que relacionarse en automático con sus seres queridos era realmente, no relacionarse y compartió la anécdota de cuando su esposo durante una comida en casa, se le quedó viendo a su cabello y le preguntó: ‘¿Te has teñido el pelo? Se te ve muy bonito’ y ella le contestó: ‘Sí, me lo teñí, pero eso fue hace dos semanas y apenas lo estás viendo’.

De tal manera que si no estamos atentos podemos ir debilitando nuestra bondad, no porque no exista, ya que en lo más profundo ¡somos bondad! Pero los velos de la distracción y las aflicciones pueden perdernos.

Por eso propongo que intencionalmente cultivemos la bondad y una de las estrategias más útiles para que nuestra bondad se nutra es la amabilidad cotidiana. Seamos amables con toda persona que nos sea posible, hagámoslo un hábito y de manera natural nos daremos cuenta cómo la sanadora bondad brota en nosotros.

La amabilidad es un hábito que se puede desarrollar con pequeñas acciones de apoyo a los demás, recuerdo cuando estuve en el aeropuerto de Tokio y entré al sanitario, al momento de lavarme las manos, esperé a que un hombre asiático, supongo que japonés, sacara papel de un despachador para secar sus manos.

Entonces, el hombre presionó dos veces, cortó el papel y volvió a presionarlo para que quedara ese papel para mí, que era quien seguía en la fila, esa pequeña acción de amabilidad nunca la he olvidado y la imito cada que voy al sanitario. 

Así existen gran cantidad de pequeñas acciones amables que irán nutriendo nuestra bondad por lo que te invito a realizar acciones de amabilidad cotidiana que irán, poco a poco cambiando nuestro mundo para convertirlo en un mundo más bondadoso. Hasta el siguiente momento presente.

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