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Opinión

Del Super Bowl al Miércoles de Ceniza

Siete puntos

1. Las celebraciones suponen una experiencia previa que las justifique. Si organizamos una fiesta de cumpleaños es porque precisamente alcanzamos una nueva vuelta al sol: un difunto jamás nos invitará a su casa para festejar con él 12 meses más de vida. También ellas están rodeadas de ritos. En el ejemplo citado se tendrán que cantar las mañanitas, partir el pastel, obsequiar los regalos, levantarse de la silla para el brindis, fundirse en afectuosos abrazos, etc. Pero: ¿qué sucede cuando esas ceremonias sólo observan los protocolos establecidos y no atienden a su significado profundo?

2. El reciente Super Bowl es una clara muestra de ello. Quizá por el efecto Taylor Swift –novia de Travis Kelce, jugador de Kansas City–, a quien siguen en redes sociales más de 100 millones de personas, el hecho es que la audiencia del evento superó a la que tuvo la llegada a la Luna. En las televisiones de todo el mundo se presenció el deporte de las tacleadas. Pero: ¿conocen los espectadores las reglas del juego? ¿Saben lo que es un primero y 10, un fumble y un “sujetando”? Quienes degustaron palomitas y cervezas frente a la tele: ¿distinguen entre un ala defensiva y uno a la ofensiva? No importa.

3. Lo relevante es juntarse, con la familia o las amistades, para pasar una tarde viendo y bebiendo, compartiendo y siguiendo, en la medida de lo posible, y si alguien compasivo explica el devenir de las jugadas, un partido que en esta ocasión fue reñido y estrujante hasta el final. Pedimos que se nos despierte de la siesta para, eso sí, concentrarnos en el intermedio musical, que más atención recibe, y una vez concluido fijamos la atención en otra pantalla, la del celular. Es necesario estar, participar, aunque no podamos comprender a ciencia cierta por qué a veces se patea la pelota en el suelo y en otras se sujeta con la mano.

4. Con el Miércoles de Ceniza sucede algo semejante. Ayer los templos católicos de la entidad lucieron repletos de fieles, muchos de ellos padres de familia con niños en brazos, que hicieron largas filas para ingresar a los recintos religiosos y recibir el polvito previamente bendecido. Se escuchaba el silencio de los peregrinos, que se santiguaban con gran fervor. ¿Sería que el benévolo clima, con nublados parciales y temperatura primaveral, favoreció tal movilización? Quizá. Lo cierto es que la devoción está arraigada en la feligresía, y hay quien sólo asiste a este ceremonial en todo el año.

5. Pero, esta celebración de la fe: ¿fue precedida de una profunda reflexión sobre el sentido de la misma? No lo sé. Son notables los esfuerzos realizados en las parroquias para evitar que el protocolo se convierta en algo mágico. Se organizaron tandas explicativas, y se convocó a los participantes para escuchar la Palabra de Dios y meditar un poco, elevando alguna oración. De la misma manera, se invitó a acompañar los sacrificios cuaresmales con obras de caridad, para así prepararse mejor a la celebración de la Pascua. No sé si tales empeños tuvieron resultado. Muchos sospechan que no.

6. ¿Y si a estos festejos, excelentes en sí mismos por la convocatoria, el fortalecimiento de los lazos familiares y de amistad, más el posible incremento en la espiritualidad, le metemos un poquito de mayor información, y nos zambullimos en las aguas de su significado? ¿Si, además de aumentar nuestro conocimiento teórico sobre las reglas del futbol americano, y de aprender lo que significa la Pascua, hacemos más ejercicio, practicamos algún deporte, y nos comprometemos a un sacrifico cuaresmal que supere el universo de lo individual? Ambos sucesos serían más fructuosos.

7. Cierre icónico. A ver. Me platica una persona que, en una institución de servicio, les están exigiendo a los empleados, por parte de un partido político, conseguir 10 credenciales de elector. Todavía no inician las campañas y ya se asoman este tipo de prácticas que se presentan en tiempos electorales. Mal se avizora el proceso cuando, junto a estos procedimientos –ya ancestrales en nuestro país–, que impiden el voto libre y sin presiones, se ha debilitado de manera notable al árbitro, el Instituto Nacional Electoral. Urge negarnos a estos hechos, delictivos y agresores de nuestra democracia.


papacomeister@gmail.com

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