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Opinión

“Las mejores historias de amor nunca han podido ser contadas”.

La buena vida: Hablemos de todo

No se puede atrapar en las palabras todas las caricias, sonrisas y silencios en la mitad de la noche. Son historias que ocurren mientras el mundo está ocupado en otras cosas. Mientras nadie se da cuenta. Ocurren como una ráfaga de viento, un atardecer inesperado, un asombro que te quita el aliento.

Y luego, aparece un mundo creado por los que se han enamorado… un escondite secreto, un lugar lejano, misterioso, mágico, una fina grieta por la que pasa la luz del universo completo. Así les pasó a Natalia y Andrés.

La atracción es como un volcán en erupción: No avisa, simplemente desde lo profundo comienzan a salir fuegos artificiales sin control.

Era la feria del libro, en Guadalajara, y corrieron los rumores de que la chica del stand de la entrada a la izquierda era muy hermosa. Nadie se resistió el impulso de ir a comprobarlo, pero Andrés fue el más astuto y se paseó frente a ella y buscó su mirada. Ella le correspondió, a pesar de que se reponía del dolor de un amor y su energía estaba en curar su herida.

Eso no detuvo a Andrés, así que los días pasaron y al finalizar la feria, él la invitó. Ella se subía a un taxi “no lo hagas, te invito a cenar”, ella respondió:  “¿Cómo sé si no eres un asesino serial?”. “Si quieres tú escoge el lugar, y después de la cena te vas”, la convenció.

Al finalizar la velada, ella le agradeció y se retiró sin darle su teléfono, ni siquiera el nombre completo. 

Andrés sólo se había quedado con la imagen de una mujer a la que le salía el brillo por los ojos y una sonrisa que abraza al mundo completo. Nada más.

¿Cómo reencontrarte con tu alma gemela cuando se te ha escapado de las manos así nada más? Pero sí existe el destino, unos lo consideran azar y otros causalidad. Ésta es de esas historias que están hechas para que volvamos a confiar. Para que nos erice la piel. Para considerar la posibilidad de que el amor será el último vestigio de humanidad.

Y como parte del destino, tenían amigos en común. Juntos la buscaron por Facebook y comprobaron que conocían a la misma persona. Andrés tenía un viaje a Italia que canceló y le llamó. Se cree que los actos heroicos se dan en la guerra, pero en realidad es en el amor. Es a donde te lleve el corazón, que te conviertes en héroe.

Decidieron compartir la vida. Y la vida afloró de esta unión: Dos hijos. Qué maravilloso sería que pudiéramos experimentar los aciertos de compartir lo más importante de nuestra vida y luego, celebrarlo.

Pero como dije, las mejores historias de amor nunca han podido ser contadas. Es en la entrega de cada momento, que estas historias se viven. La oportunidad de abrir una nueva página amanece con la salida del sol.

Si tienes la fortuna de encontrar una historia como esta, no dudes seguir a tu corazón hasta donde te lleve.

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