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Opinión

La ausencia y el cáncer

Columna Invitada

Las ausencias nos van a acompañar toda la vida, pero en nuestro poder está darles un significado diferente.

Hace unos días tuvimos la oportunidad de llevar una plática sobre psicooncología, a relación del mes de octubre, donde se nos invita nuevamente a la exploración y prevención del cáncer de mama, sin embargo, algo de esta plática se salió de lo típico y esperado y tuvo un eco en mi persona muy particular ‘la ausencia’.

La palabra ausencia está formada a partir de latín absentia, que significa lo que está a lo lejos. La ausencia es enigmática pues este objeto ausente en la realidad perceptiva está muy presente psíquicamente.

Todos conocemos este estado doloroso, cuando nos encontramos atormentados por el objeto ausente, cuando la ausencia perceptiva en el mundo se manifiesta por un “demasiado” de presencia psíquica, una “híper presencia” y un desborde de afectos. “Nos cuesta mucho no pensar en la que, o el que, nos falta”.

Al seguir escuchando la charla este término de ausencia fue tomando forma y voz de muchos relatos a los cuales me ha tocado acompañar desde la trinchera personal hasta la profesional. Y todos los protagonistas compartían estos vacíos en común.

Dentro de sus relatos efectivamente había una historia de abandono no necesariamente físico sino también emocional, hay historias rotas por la falta de apoyo, ternura, amistad e incluso lazos de afiliación a lo cual siguieron diagnósticos de cáncer. Hago la aclaración no fueron inmediatamente uno después de otro, algunos tomaron años de gestación.

Una mujer hablaba de cómo su vida siempre estuvo marcada por el esfuerzo por el implacable correr tras una nueva meta, pero atrás había el abandono de la madre, quien aún presente en su vida, era poco afectuosa. Lo cual siempre dejó una “ausencia” dentro de esa mujer que incansablemente corría detrás del reconocimiento y el abrazo de su madre.

Otra historia era sobre precisamente encontrarse “sola” ante la vida cuando el padre muere y a los pocos años el esposo sufre una enfermedad que aunque lo deja vivo no sería nunca más el apoyo fuerte, nuevamente “la ausencia de la seguridad” se presenta.

Una historia más por compartir y esta de un caballero, porque también a ellos les da cáncer, después de llevar una vida por así decirlo ordenada, sin vicios, rodeado por una familia que lo ama y lo procura, el fallecimiento de sus padres y la falta de darse la oportunidad de llorar y aceptar su ausencia, también comunica el diagnóstico.

El fin de este artículo no es crear un mito sobre ausencias sinónimos de cáncer ni nada parecidas, pero si es 

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