La semana pasada iniciamos en el Senado de la República el Foro de Diagnóstico Sectorial del T-MEC, un espacio sin precedentes que involucra al Poder Legislativo en lo que, sin duda, será el gran tema del 2026: la revisión del tratado más importante para la región norteamericana, columna vertebral de nuestro comercio exterior.
Desde el Senado de la República hemos asumido el compromiso de que México debe fortalecer el tratado, pero, sobre todo, defender a su industria, a sus empresarios y a sus trabajadores.
Como presidente de la Comisión de Seguimiento a la Implementación y Revisión del T-MEC, asumí esta tarea con plena conciencia de su trascendencia histórica.
La revisión del tratado no puede tomarnos por sorpresa ni encontrarnos divididos. El T-MEC ha consolidado a Norteamérica como la región comercial más dinámica e influyente del mundo, integrando cadenas de valor que han generado empleos, inversión y certidumbre.
Sin embargo, también es cierto que es un instrumento perfectible. Sus reglas deben adaptarse a un entorno internacional cambiante, donde la competencia global se recrudece y donde, contra toda lógica, se quiere impulsar el proteccionismo y aislamiento. Por eso es indispensable que México llegue preparado, con un diagnóstico sólido y consensos construidos a partir del diálogo real.
El foro que inauguramos es parte fundamental de ese esfuerzo. Se trata de un ejercicio republicano que reconoce la diversidad económica de nuestro país y escucha, de manera directa y abierta, a quienes generan valor, empleo y desarrollo.
Con la plena conciencia de que somos un poder soberano y del rol que juega el Senado en las relaciones internacionales en la aprobación de los tratados, nos sumamos a la convocatoria de la Secretaría de Economía de crear diagnósticos y espacios de discusión plurales.
Sabemos que esta revisión requiere no solo del Gobierno, sino de todo el Estado mexicano, incluido el Poder Legislativo.
Meses atrás, desde la Comisión que presido, hemos trabajado estrechamente con empresarias, empresarios, especialistas y autoridades para impulsar un proceso de microcabildeo en Washington y Ottawa. Sabemos que esta revisión no se decide únicamente en mesas técnicas; también se juega en las percepciones, en la presencia estratégica y en la capacidad de explicar con claridad la realidad mexicana.
Ahora toca hacerlo en casa.
Este foro es, por tanto, un punto de partida para construir una posición nacional frente a las cadenas de valor globales y ante los desafíos específicos que enfrentan sectores estratégicos.
No podemos defender una industria que no conocemos.
La tarea exige análisis riguroso, datos claros y propuestas viables. No podemos llegar a 2026 sin tener identificadas las asimetrías internas, los retos competitivos y las oportunidades que debemos aprovechar. Cada región del país vive una realidad distinta y cada sector requiere soluciones a la medida.
La labor del Senado será definir una ruta, fijar parámetros base de negociación y, sobre todo, presentar alternativas que fortalezcan a México. Quienes integramos la Comisión del T-MEC sabemos que éste no es solo un tratado comercial: es un instrumento que incide directamente en los ingresos de millones de familias, en la estabilidad de nuestras empresas y en la capacidad del país para seguir creciendo. Defender la economía nacional es, en este contexto, una responsabilidad indeclinable.
El foro aún no termina. Seguimos en mesas de trabajo con cada sector para escucharlos y construir soluciones en conjunto.
En cuanto terminemos, la Comisión de Seguimiento del T-MEC y la Comisión de Economía —organizadores de dicho evento— daremos a conocer un análisis preliminar de las conclusiones más importantes. Posterior a eso, generaremos un diagnóstico que será enviado al Poder Ejecutivo.
Estamos seguros de que será un producto fundamental para nuestro país en la revisión del T-MEC, pues es resultado de un ejercicio con respaldo técnico y con la participación de quienes hacen posible que México sea una potencia exportadora.
En esta revisión no vamos a improvisar. Vamos a defender cada sector, cada región y cada empleo.
Nuestra industria lo necesita y, sobre todo, se lo merece. Desde el Senado de la República así lo haremos.