Orquídeas: la bella reina de las trampas
La orquídea es una de las flores más enigmáticas de la naturaleza por sus variadas formas y colores y por sus distintos tamaños y diseños. Muchas viven colgadas de las ramas de los árboles o al ras del suelo, pero casi cualquier forma de vida es apta para estas hermosas flores que sorprenden en la mayor parte de los paisajes
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Noviembre
2019
José Luis Fernández Alonso, investigador del Real Jardín Botánico de la capital de España ha estado trabajando en Colombia desde el año 1986 en proyectos de docencia e investigación hasta 2009, cuando se incorpora al consejo Superior de Investigaciones científicas (CSIC) como investigador -Científico Titular-.
Fernández Alonso explica que Latinoamérica es la región del mundo que más orquídeas tiene. Colombia se sitúa en primer lugar, seguido de Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela y Brasil. Se estima que en total hay entre 30.000 o 36.000 especies silvestres de orquídeas, aunque luego están los híbridos y variedades de una especie que se han creado por la intervención del hombre con fines comerciales y en las que se busca determinado tamaño, color y tipo de floraciones.
"BOOM" EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS ORQUÍDEAS.
“En la actualidad se está dando un "boom" en la comercialización de estas flores, aunque no tanto como la que tuvieron en su día o tienen las rosas o los tulipanes”, comenta el científico a Efe.
“En Europa, hasta ahora, no se contaba con las condiciones suficientemente adecuadas para su desarrollo, pero en la actualidad es fácil tener acceso a ellas y hay especies que se han ido mejorando genéticamente”, agrega el venezolano Gerardo Torres, cultivador de orquídeas y fotógrafo, que también trabaja en el mantenimiento del Real Jardín Botánico.
Según José Luis Fernández Alonso “en España existen unas 120 clases de orquídeas y son todas terrestres. Es un grupo muy pequeño en comparación con las que se pueden encontrar en Colombia, donde hay unas 4.200 especies, es decir, más de 30 veces las que hay en España, en apenas el doble de extensión de territorio”.
“Es mucho mayor la escala de diversidad en el trópico húmedo porque -indica el científico del Botánico- la mayoría son epífitas, es decir están encima de los árboles, por lo menos el 65 o el 70 %, y las estrictamente terrestres, provistas de tubérculos son pocas, solo unas 300 especies”.
EL CLIMA FAVORABLE DE LOS TRÓPICOS.
“Estos climas más templados o moderadamente fríos de los trópicos son ecosistemas más estables, que llevan mucho tiempo sin cambiar, lo que ha posibilitado que, con temperaturas favorables y abundante humedad, haya multitud de nichos y de hábitats disponibles para estas plantas”, subraya Fernández Alonso.
En Europa, en periodos climáticos más fríos, muchas de las orquídeas se extinguieron al no tener adonde migrar hacia el sur y no encontrar ambientes favorables.
En los trópicos de Latinoamérica, cuando había periodos climáticos más fríos, las plantas pudieron migrar hacia abajo, hacia las cordilleras de la franja tropical, a lo largo del subcontinente, según indica.
Esto ha hecho que “en zonas tropicales se hayan mantenido muchos grupos de orquídeas que faltan en otras latitudes, por eso encontramos esas concentraciones tan exageradas de diversidad en esas franjas geográficas intertropicales en América”, manifiesta el científico.
"El trópico ha servido de reservorio para la diversidad de muchos grupos de orquídeas diferentes”, añade el experto.
ORQUIDEAS HASTA EN ISLANDIA.
Las orquídeas también se encuentran en Asia y en África o en países nórdicos como Suecia, incluso en Islandia. Algunas pasan parte del año enterradas, “lo que se llama la parte del tubérculo o rizoma subterráneo, y luego tienen un par de meses para florecer como les ocurre a las plantas de alta montaña”.
“Estamos hablando unos pocos cientos de especies de orquídeas que tienen esa estrategia (tubérculos)".
José Luis no esconde su pasión por las orquídeas cuando se le pregunta cuál podría ser su favorita: “Hay tantas donde elegir..., hay orquídeas que tienen las flores tan sumamente reducidas y cerradas que parecen una bolsita y todo se encuentra dentro”.
“Las hay muy retorcidas, que tienen estructuras internas parecidas a laberintos, por ejemplo, el Coryanthes, una orquídea epífita, originaria de Sudamérica, de un grupo que posee unas trampas muy elaboradas para dirigir a la abeja y llevarla hasta el sitio donde se encuentran los políneos, que la abeja arrastrará en su cabeza y con los que polinizará a otras las flores que encuentre en su camino”, indica el científico.
Gustavo Torres señala que las orquídeas se encuentran en todas las zonas de la Tierra excepto en los cascos polares y los desiertos de arena o dunas. "Su variedad de colores y formas se debe a su vector polinizador, es decir, al insecto específico que las fecunda", añade.
Según este especialista es conocida como “la reina de las trampas” porque, para ser fecundada, la orquídea engaña al insecto para atraerlo, mediante su forma o el olor que reproduce y con el que se impregna, que emula al de las feromonas del insecto hembra con el que poliniza a las flores.
“Hay orquídeas que han adquirido categoría de flor nacional, como ha ocurrido en Venezuela, la Cattleya mossiae, una orquídea que se distingue por la peculiaridad de tener impresa una huella digital como la del ser humano, es decir, unas líneas que nunca son iguales en ninguna otra especie o en otros individuos de la misma especie”, subraya Gustavo.
Según Torres, “el cambio climático más que las costumbres de las orquídeas lo que está alterando es todo su ciclo vital, por ejemplo, lo que se determinada como indicadores de la salud donde ellas crecen. Eso implica que las floraciones se pueden estar dando fuera de tiempo; las coloraciones, inclusive, se pueden estar produciendo de otra manera”.
“En Europa y en la región mediterránea, sin embargo, se están produciendo alteraciones en la forma de la flor, lo que puede indicar que algo está sucediendo en el clima”, agrega el experto.
EL SER HUMANO, SU MAYOR DEPREDADOR.
A la pregunta de cuál es el mayor depredador de las orquídeas, Gerardo contesta de forma inmediata: “Nosotros, los seres humanos”.
Fernández añade que, “en el medio natural el equilibrio está más o menos garantizado. Si hay un pájaro que se alimenta de una fruta carnosa dispersando sus semillas, de los bulbos, o un escarabajo que come solo parte de la flor eso forma parte del equilibrio”.
“Digamos que un porcentaje de la población se sacrifica para asegurar la polinización, pero en cuanto el hombre mete la mano, generalmente altera el hábitat, muchas veces de forma irreversible”, añade.
“Hay gente que le ve un rendimiento a todo lo que se extrae del monte y hay alguna crónica de los siglos XVIII y XIX donde se cuenta cómo iban los recolectores de plantas vivas a América a llenar sacos con los rizomas, los tallos, los bulbos y tenían la orden de llevarse todo lo que pudieran cargar, ocultando a veces la verdadera procedencia de las plantas, para dificultar su localización por otros buscadores”.
“Estos pasajes anecdóticos son también parte de la historia de la Humanidad”, concluye José Luis Fernández Alonso.
Por Isabel Martínez Pita.
EFE/REPORTAJES
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