Escena

Guillermo del Toro, el monstruo del cine que nos hizo amar a los monstruos

Como un monstruo del cine ha sido calificado por sus amigos Guillermo del Toro, que ha recibido esta noche el abrazo de todo el cine en español a través del Premio Málaga (sur) tras su año triunfal con La forma del agua, última realización de una filmografía que nos ha hecho amar a los monstruos


  • 15
  • Abril
    2018

Lo que nos enseñan los monstruos es que ser falible e imperfecto es lo más bello que puede ocurrirnos a los seres humanos, ha proclamado el cineasta mexicano tras recibir el galardón del vigésimo primer Festival de Cine en Español de Málaga de manos de la actriz Marisa Paredes y del estadounidense Ron Perlman.

Y ha añadido que en un momento en que parece que el mundo se polariza en el blanco y el negro, los monstruos son los santos patrones del gris, de la ambigüedad y de la posibilidad de ser imperfectos y de encontrar la belleza y el perdón en eso.

Cuando crecía como un niño católico en Guadalajara, los monstruos me perdonaron todos mis pecados y me permitieron ser imperfecto, ha confesado el triunfador de la última edición de los Oscar.

Por eso, esta noche sentía que celebraba sus veinticinco años de carrera, en los que se ha dedicado a hacer un evangelio de monstruos que otorgue a la gente que mira las películas la belleza de su imperfección y la capacidad de perdonarse y quererse como son.

En su alocución durante la gala de homenaje celebrada en el Teatro Cervantes, ha relatado que al terminar el circuito de premios de La forma del agua, decidió, de forma azarosa pero muy acertada, un regreso a casa.

La primera estancia fue para ver a mis padres en Guadalajara y para hablar con estudiantes, porque uno es importante tan solo en lo que signifique para alguien que viene después.

Ha asegurado que su padre por fin entendió lo que significa hacer cine cuando agarró el Oscar, mientras que con su madre fue más fácil, porque ya se emocionaba con los premios del instituto.

La segunda estancia fue en el Festival de Cine Fantástico de Bruselas y supuso volver al género que adora y al que ha dedicado tanto amor, porque en el fantástico se puede hacer poesía.

Ahora, no es accidental ni azaroso volver a España, según Del Toro, que ha asegurado que es difícil ver desde acá lo que el cine hecho en España significa para el mundo.

Ha confesado que, de sus diez películas, las tres favoritas son La forma del agua, El espinazo del diablo y El laberinto del fauno, y dos de ellas están hechas aquí.

Entendí que esa relación era fundacional. Cuando hice Mimic en 1997, sentí que la vida se escapaba, y aquí en España recuperé la fe en la vida y la fe en el cine, ha confesado.


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