Escena

Jóvenes están desarrollando un 'cuerno' por uso excesivo de celular

Reciente investigación indica que pasar mucho tiempo frente a los teléfonos celulares desde temprana edad, genera el nacimiento de una protuberancia en forma de cuernos (o gancho) en la parte trasera del cráneo


  • 20
  • Junio
    2019

Estudios recientes sobre el impacto de la tecnología en nuestra vida cotidiana han revelado diferentes efectos que nos perjudican: desde efectos dañinos contra la vida emocional hasta daños que podrían sugerir una atrofia en zonas del cerebro. Ahora, un estudio realizado por investigadores australianos sugiere que el uso del celular podría incluso estar deformando nuestro cráneo.

Investigadores de la Universidad de Sunshine Coast en Australia revelaron en un estudio, publicado en la revista Nature, que las personas jóvenes están desarrollando deformidades degenerativas con forma de cuernos (o gancho) en la parte trasera del cráneo, justo arriba del cuello. En el estudio, los investigadores sugirieron que la probable causa de esta degeneración es el uso de dispositivos que se sujetan con la mano.

El estudio, titulado "Exostosis prominente proyectada de la escama occipital es más sustancial y prevalente en jóvenes adultos que en grupos de mayor edad" y publicado en el 2018, atrajo nuevamente la atención del público debido al artículo reciente de la BBC "¿Cómo la vida moderna está transformando el esqueleto humano?" (How modern life is transforming the human skeleton?, en inglés), el cual, al igual que el estudio mencionado, tiene como objetivo la biomecánica del cuerpo y la maleabilidad del esqueleto, pero también sobre el impacto de las tecnologías modernas sobre la anatomía humana, especialmente la estructura ósea.

La investigación sugiere que estas deformaciones degenerativas podrían estar vinculados al uso de los teléfonos celulares (o cualquier dispositivo tecnológico que sea utilizado con la mano, tabletas, por ejemplo), debido a que la postura que se necesita para ver el dispositivo obliga que el peso recaiga sobre los músculos que se encuentran en la parte trasera de la cabeza, en lugar de la columna vertebral.

Este cambio, dice el estudio, causa el crecimiento de hueso en la zona donde se encuentran los tendones y ligamentos.

Lo más extraño es que estas protuberancias con forma de cuerno ya habían sido registradas del siglo XIX, pero en los últimos años se ha visto un incremento, especialmente en las generaciones más jóvenes.

En el 2018, otro estudio, que involucró a cuatro adolescentes, aseguró también que las protuberancias no eran de carácter genético, sino que éstas indicaban que se debían a una postura mecánica que ponía más carga en los músculos del cráneo y cuello.

Algo extraño que se reveló en las investigaciones sobre la biomecánica del cuerpo fue que el tamaño de estas protuberancias disminuía cuando la persona era de mayor edad. Esto entró en contradicción con la idea de que en el envejecimiento el cuerpo tiende a atrofiarse y deformarse, pero los mayores de edad eran los que no tenían esta deformidad.

En lugar de esto, los investigadores encontraron que los callos en el cráneo eran más grandes y más comunes en las personas más jóvenes.

David Shahar, uno de los autores del estudio, dijo: "Estas formaciones toman mucho tiempo para formarse, eso significa que estos individuos que las padecen probablemente comenzaron a estresar esa área desde la infancia".

El autor mencionó que los resultados de su investigación no son un grito contra de la tecnología, sino un llamado para que se encuentren más mecanismos que puedan evitar este tipo de lesiones.

Según el estudio, las protuberancias podrían causar enorme dolor en el futuro, así como dolores de cabeza. 

Después del auge en la atención a este estudio, antropólogos criticaron al estudio de David Shahar y Mark Seyers una falta de rigurosidad.

Kristina Killgrove, bioantropóloga y escritora de opinión para Forbes, escribió un breve artículo titulado "No, el teléfono diabólico de sus niños no les dará cuernos" (No, Your Kids' Evil Cellphone Won't Give Them Horns, en inglés original), en oposición al artículo de The Washington Post, "Investigación sugiere que cuernos les están creciendo a los cráneos de personas jóvenes. El uso del teléfono sería el culpable" (Horns are growing on young people's skulls. Phone use is to blame, en inglés original).

Killgrove cita al antropólogo John Hawks, quien publicó un hilo en Twitter en el que critica tanto el estudio de Shahar y Seyers como al artículo del Post, pero principalmente al estudio publicado en Nature.

Hawks menciona que el problema del estudio radica en que no tiene una tabla de resultados, "aunque sí tiene una figura que parece mostrar una comparación de cambios entre edades distintas"; no obstante, Hawks indica, "esta figura es incorrecta porque entra en conflicto con el texto".

Hawks también criticó que el estudio también dejó sin citar las múltiples investigaciones llevadas a cabo por la antropología sobre la protuberancia occipital externa, en las que se detectan la frecuencia de la aparición de esta protuberancia en diferentes poblaciones.

Por otra parte, Killgrove señala, en relación con el artículo del Post, que el error fue en referirse a esta protuberancia como cuernos o crecimiento del hueso, cuando en el estudio se le llama una deformidad degenerativa.

Con estas críticas quedan más dudas que certezas, pues ambos antropólogos señalaron que la postura sí puede causar este tipo de deformaciones, pero no dejaron con claridad si estas deformaciones sí podrían ser causadas por el uso de estos dispositivos, ya que ambos señalaron que el estudio está más bien incompleto y le falta rigurosidad, además de que los investigadores sólo se limitaron a sugerir una posible causa de estos resultados.







Comentarios

publicidad
×