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Joselito Ruiz, 33 Años de honor y gloria

El ídolo jimenense celebrará su aniversario de alternativa el sábado en El Cortijo Los Alamares


  • 21
  • Octubre
    2021

Su fervorosa devoción por su profesión, que al llegar justamente este sábado ‘a la edad de Cristo’ -como torero-, es una de las razones más fuertes que han motivado al ídolo jimenense Joselito Ruiz a celebrar toreando el 33 aniversario de su alternativa en el cortijo Los Alamares, al lado de su paisano Enrique Garza, su hijo el rejoneador Leal Sebastian, el novillero en el retiro, aficionado práctico, artista del pincel y comunicador Gerardo Valdés Valdés, y los aspirantes a novilleros Joaquín Manzur y Luis Garza, quienes lidiarán un encierro muy bien presentado de la ganadería de La Cardona, propiedad de Don Armando Guadiana.

“Han sido 33 años de honor y gloria, pero también de dolor y sufrimiento que gracias a Dios siempre pudimos superar con ánimo y entusiasmo, de siempre querer salir adelante”, dijo en entrevista exclusiva para los lectores de El Horizonte el diestro jimenense, quien a lo largo de su fructífera carrera toreó poco más de 130 novilladas, toreando cuatro de ellas consecutivas en la Monumental Plaza México, y más de 250 corridas de toros al lado de las más grande figuras del toreo como Eloy Cavazos, Curro Rivera, Mariano Ramos, David Silveti, Jorge Gutiérrez, Manolo Arruza, Miguel Espinosa Armillita, entre muchos otros más de la época de los 80 y 90 del pasado siglo, y los principios del actual.

De origen humilde, por la cercanía de su casa con el coso jimenense, y descalzo porque no había para zapatos, desde niño se colaba cada tarde de corrida para nutrirse de la magia que emana de la fiesta de los toros, viendo el sueño de ser torero a una gran distancia, pues el chavallillo creía que los toreros solo se hacían en la capital. En ese tiempo, Servando Rodríguez, amigo de Joselito, lo comenzó a invitar de manera regular a los festejos y fue ahí donde se decidió por intentar hacerse torero.

Para dar cauce a su decisión, Joselito le pidió a Chilo Garza, (exnovillero y maestro de toreros) le ayudara a conquistar su sueño comenzando el mentor por instruirlo y disciplinarlo para formarlo, antes que nada, como un verdadero hombre de bien.

Inquieto, extrovertido, alegre y con una voluntad guerrera, para arrancar su carrera, se ve en la necesidad de vender boletos para debutar como novillero en su natal Cadereyta en el año de 1984.

Su actitud, su voluntad y su valor a toda prueba afloraron para mostrarse frente al público jimenense durante sus primeras novilladas, dejando de vender boletos para torear, pues al poco tiempo su nombre anunciado en los carteles comenzó a cobrar relevancia al convocar la presencia del público en las taquillas y en los tendidos de la plaza para verlo torear.

Y en correspondencia a la entrega de Joselito, quien siempre se distinguió por salir a morirse con tal de triunfar en cada tarde, el público lo arropó convirtiéndose en muy poco tiempo en un auténtico ídolo... no sólo del pueblo jimenense, sino también de la gran capital regiomontana.

Luego de tres años de ascendente carrera como novillero, 135 novilladas en su haber con triunfos por todas las plazas de México y cinco cornadas en su cuerpo, mismas que dan cuenta de su valor temerario, la tarde del 23 de octubre del 1988 toma la alternativa con todos los honores en la Monumental Monterrey de manos de Eloy Cavazos, y Curro Rivera como testigo, triunfando al cortar dos orejas a su segundo ejemplar de la ganadería de Las Huertas.

Picando piedra y a base de arrimarse para conquistar el triunfo, Joselito tras 254 corridas toreadas en todas las ferias más importantes de México al lado de las máximas figuras de la época, y con dos cornadas más, una de ellas le puso en riesgo de perder el brazo, decide retirarse en la temporada del 1994. Sin embargo “el gusanito” de seguir en la fiesta de los toros no murió con su retiro y, después de pensarlo y con caballos prestados, reinicia en 1999 su carrera, pero ahora como rejoneador.

A su paso como centauro, Joselito siguió mostrando su carácter y voluntad torera ejecutando las suertes del arte de Marialva con mucha emoción, gran exposición y certera ejecución, lo que le permitió cosechar grandes triunfos en todas las plazas de México, hasta que en 2008 decide nuevamente retirarse para dedicarse en cuerpo y alma a trabajar con Leal Sebastián, su hijo mayor, quien le pidió ayuda para convertirse, como su padre, en rejoneador de toros bravos.

“Estoy muy agradecido con mi profesión, con los toros, con los caballos y con todo el público que siempre me ha apoyado desde cualquier posición en la que me pongo”, dijo el diestro, quien agregó: “De haber empezado sin zapatos, la fiesta me ha dado todo lo que tengo y todo lo que soy y cómo no voy a estar agradecido con ella, que hasta un hijo torero me dio”, finalizó el diestro, quien la tarde de mañana celebra toreando su 33 aniversario como matador de toros.

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