Espectadores abarrotan la Plaza México en su reapertura

Luego de 622 días de permanecer cerrada por motivos legales, ayer la Monumental Plaza de Toros México reabrió sus puertas frente a un histórico lleno de 42,000 almas que abarrotaron el inmueble para presenciar la corrida encabezada por el diestro hidrocálido Joselito Adame, el guanajuatense Diego Silveti y el peruano Andrés Rocarey, ante toros de la Ganadería de Tequisquiapan de Fernando de la Mora, en la que quedó claramente de manifiesto, el deseo irrefrenable de libertad y respeto hacia todas las personas que disfrutan de la cultura de la tauromaquia.

Previo al festejo y cerca del perímetro del inmueble, un grupo de manifestantes antitaurinos se hicieron presentes para protestar y lanzar consignas en contra de la reapertura, las autoridades y los aficionados, quienes "aguantaron" a su paso hacia la plaza, las agresiones verbales de las que fueron víctimas, además de que el hecho provocó el retraso del inicio del festejo por el intenso tráfico registrado en la zona como un intento para boicotear la celebración del festejo.

Con un atraso de al rededor de media hora del inicio del festejo por determinación de la Autoridad de la Plaza, a fin de dar oportunidad de que arribaran los aficionados “atorados” por el caos vial, Adame, Silveti y Rocarey partieron plaza desmonterados y por casualidad, vestidos cada uno de color verde, en diferentes tonalidades con bordados en oro ante un ensordecedor ‘olé’ de los 42,000 espectadores presentes al escuchar las notas del “Cielo Andaluz”, para iniciar de manera solemne el paseíllo con el que se reaperturó el coso.

En lo taurino, hay que destacar la arrogante e imponente presencia del ganado de Tequisquiapan de Fernando de la Mora, que lamentablemente no cumplieron las expectativas de público y toreros, por el poco juego y las complicaciones que ofrecieron durante la lidia en el ruedo.

Joselito Adame con su lote, se dejó ver voluntarioso con enormes deseos de agradar al respetable. Con su primero, el hidrocálido estuvo en plan de figura con un toro de gran fijeza y embestida suave por demás, pues demostró traer poca fuerza para redondear la faena, sin embargo, el público se mostró entusiasta con el diestro quien pinchó para dejar ir al menos un trofeo ganado a ley luego de su trasteo. Con su segundo repitió la dosis de buen toreo en una faena breve, pero de gran calidad y riesgo que fue malograda con el acero, escuchando aplausos.

Por su parte el diestro Diego Silveti, mostró clasisísimo, hondura y determinación en su lote en el que tuvo que enfrentar dificultades. Con su primero, con el que parecía que “iba a armar la grande” por las condiciones claras de sus iniciales embestidas, sin embargo, el cornúpeta terminó rajado, desluciendo al final lo bien ejecutado al principio por el guanajuatense que escuchó cerrada ovación el término de su lidia. Con su segundo el diestro mostró nuevamente su disposición de agradar ante un toro agarrado al piso al que a base de voluntad, le pudo hilvanar sentidas series de muletazos.

Al pinchar el diestro dejó ir una oreja, siendo nuevamente ovacionado.

El peruano Andrés Rocarey pechó con el lote menos potable del encierro, con el que poco pudo mostrar ante la afición capitalina. Con su primero, un toro muy atracado en kilos, resultó ser una estatua inamovible al que no le pudo hacer nada. Con su segundo y sexto de la tarde, parecía que las cosas podrían ser diferentes, iniciando su faena de manera muy emotiva por los pases iniciales de gran calidad, que se fueron opacando conforme el toro cambió de lidia. Con el acero, el diestro, no pudo hacer nada más que escuchar los tres avisos que le sonó la autoridad ante la incapacidad del diestro de finiquitar a su enemigo, siendo devuelto entre protestas del público, el astado a los corrales.

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