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Nuevo León

Cándida sube Cerro de la Silla a sus 82 años; su fe le dio fuerza

A sus 82 años, la señora Cándida Ramírez, subió sin ayuda el Cerro de la Silla en Monterrey, jugó con los animales y se tomó foto con los atletas.


  • 01
  • Octubre
    2023

Cándida miró tranquila la ciudad desde lo lejos. En lo alto no se sintió encerrada ni le dolió el cuerpo. Jugó con los animales y se tomó foto con los atletas. A sus 82 años, subió sin ayuda el Cerro de la Silla en Monterrey. No le gusta contar su secreto, cómo lo hizo, pero por su nieto lo hace: es la fe en Dios.

Yo lo único que hice, que hasta ahorita no quería que lo supieran, pero ni modo, me puse en las manos de Dios, la mano de Dios, esa noche le hice su rosario a la Virgen, a los ángeles, al ángel de la guarda, para que me ayudara, sin ningún problema. Yo por eso no quería contar, porque es un secreto que todo el tiempo he tenido, mucha gente, pues me va a criticar.

Cándida Ramírez.

Jair es su nieto, pero lo crio como su hijo. Ella es de Martínez de la Torre, Veracruz, aunque desde el 2020 la llevaron a vivir a Reynosa, Tamaulipas y Monterrey, Nuevo León. Fue en la capital regia, donde vive con Jair, la esposa de él y su suegra, que también está de vacaciones.

El pasado dos de septiembre la suegra de Jair quiso conocer el cerro de la Silla de cerca, fue así como decidieron ir. Cándida no creyó ni llegar a la entrada, pero tomó su sobrero, una falda y zapatos cómodos, se encomendó a Dios y dejó que sucediera.

Me dijeron: 'Vamos, vamos' y dije, no sé, a ver si llego. Me puse en las manos de Dios, subí y bajé.

Cándida Ramírez.

Cándida, es una mujer delgada, en su mirada se transmite tranquilidad y en las fotos que compartió su nieto, no se le nota cansada mientras come su paleta en el mirador del Cerro de la Silla.


"De Martínez de la Torre para el mundo entero. Doña Cándida a sus 82 años caminando ella sola más de 2000 (dos mil) metros el cerro de la silla de Monterrey. Una vez que llegó, no descansó, no se quejó, se puso a admirar el paisaje y a jugar con los coatís", escribió su nieto en su red social, publicación que se viralizó por el logro de la veracruzana.

Cándida siempre caminó, lo hizo de niña cuando ayudaba a su padre en los campos de maíz y de grande, cuando bajaba ignorando los automóviles y se salía a caminar por las pendientes en Martínez de la Torre.

Yo toda la vida he caminado, donde vivía de joven corriendo, en el campo, siempre andábamos todo el tiempo; yo en mi casa porque yo andaba, bajaba yo al centro, una hora de subida y de bajada, hay carros al pie de mi casa, pero no me gustaba andar en carro.

Cándida.

Ahora vive encerrada en ciudades que no conoce y en calles donde no camina. Le duele todo, desde los pies a la cabeza. Sufre por no salir a caminar libre como lo fue. Jair pide que no se le pregunte sobre Martínez de la Torre, pues le pesa a su abuela, sin embargo, por su edad, debe vivir con ellos.

Cuando se anima a contar la historia de cómo subió el cerro de la Silla, vuelve otra vez a dibujarse la alegría en su rostro. Recuerda que sintió bonito cuando a medio camino vio una imagen de la virgen María. Ahí se hincó, hizo sus oraciones y subió hasta el mirador. No sintió dolor, sólo un palo le sirvió como bastón y sus piernas hicieron el resto.

El secreto, ese que solo se lo cuenta a sus amigas, pues tiene miedo a que la critiquen, es poner todo en las manos de Dios, así ella se mantuvo, sin vicios ni excesos, orando y siendo fiel a su fe.

Solo Dios, en la mano de Dios, solamente Dios y la santísima virgen nos puede subir y bajar y hacer lo que quiere uno, sin Dios no hay nada; nos estamos muriendo; yo no me acordé de que me dolían los pies, la cabeza, nada.

Cándida.

Cándida no sabe si volverá a subir algún otro cerro. Le incomodó que su nieto la hiciera famosa y tener que estar hablando con desconocidos sobre su momento, era de ella y para ella, sobre todo porque, quizás, algunos no entenderían cómo su fe le da fuerzas para subir montañas.

Mira la ciudad a lo lejos y desde arriba. Está tranquila, no le duele nada, los malestares sólo llegan cuando está dentro de la metrópoli, cuando no camina libre.

 

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