Fraudes electorales: ¿Por qué AMLO quiere 'proteger' las elecciones de 2021?
A lo largo de la vida demócrata de México, la legitimidad de los procesos electorales han sido puestos en duda una y otra vez: Carlos Salinas de Gortari, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto han sido los presidentes más señalados en este sentido.
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Agosto
2020
Durante su conferencia matutina, desde Querétaro, el presidente André Manuel López Obrador destacó la importancia de proteger los procesos electorales en México, pues considera que en los últimos años, solamente han existido dos ejercicios democráticos en el país: las elecciones presidenciales del 2000 cuando ganó Vicente Fox, y las de 2018 donde Morena llegó al poder ejecutivo.
¿Por qué la insistencia del presidente por promover mayor seguridad a los procesos donde la ciudadanía vota por sus gobernantes? La historia tiene la respuesta, y particularmente la contemporánea, pues de las últimas cuatro elecciones, tres han estado envueltas en polémicos resultados.
La caída del sistema
Así se le conoce al episodio electoral de 1988, en el que Carlos Salinas de Gortari salió victorioso, a pesar de la clara tendencia que favorecía al prócer de la izquierda mexicana, Cuauhtémoc Cárdenas, luego de que se presentara una "falla" técnica en el recuento de votos.
Cuando el flujo de información, al cierre de las votaciones de aquel año, daba como evidente ganador al candidato de la izquierda por el Frente Democrático Nacional, un personaje desde la Secretaría de Gobernación de aquel gobierno priísta salió ante los medios a declarar que se estaban presentando "dificultades en la recepción de la información" sobre los resultados.
Luis Donaldo Colosio, Ernesto Zedillo, Manuel Camacho, hombres de confianza de Carlos Salinas de Gortari.
La SEGOB era la encargada de organizar la elección, e interrumpió el conteo aquella noche, durante un periodo considerable, y para cuando "el sistema regresó", Salinas de Gortari ya estaba a la cabeza y sin tener los resultados definitivos, el entonces presidente de México, Miguel de la Madrid ordenó (según este personaje de SEGOB) que se declarara el triunfo del candidato del PRI y se sospecha que algunos otros partidos, en favor del poder federal, quemaron papeletas electorales para borrar evidencia.
Cárdenas no se quedó cruzado de brazos, y comenzó un movimiento nacional, exigiendo transparencia en el proceso electoral, provocando el nacimiento del Partido de la Revolución Democrática. Sin embargo, el esfuerzo fue en vano.
El ingeniero Cárdenas es considerado el Padre de la Izquierda Mexicana.
La caída del sistema es mera especulación, y hasta la fecha no se ha podido comprobar nada, aunque todas las circunstancias que rodean este capítulo sugieren la veracidad del mismo; aquel personaje que dio a conocer "el error del sistema" ha tratado de deslindarse de toda responsabilidad, aunque la opinión pública sigue culpándolo de orquestar ese presunto fraude electoral, aunque hoy dirige la Comisión Federal de Electricidad: Manuel Bartlett.
Carlos Salinas y Banuel Bartlett.
Bartlett es uno de los hombres de confianza de la 4T.
Voto x voto
Los seguidores de AMLO tomaron Reforma y el Zócalo durante meses para protestar por el resultado de las elecciones de 2006.
Las elecciones federales de 2006 enfrentaban a dos candidatos antagónicos entre sí: por un lado, representando al partido en el poder, Felipe Calderón, gozaba del favor de la derecha mexicana, mientras que el ex Jefe de Gobierno del DF Andrés Manuel López Obrador, emergía como una figura izquierdista y con el apoyo popular de los mexicanos.
Calderón fue uno de los más cercanos colaboradores del ex presidente Fox.
Sin embargo, las encuestas previas no daban mucha luz sobre un claro favorito, pues la diferencia era estrecha de encuesta en encuesta.
Durante la campaña presidencial, se llevó a cabo una guerra sucia donde ambos bandos se desprestigiaban uno al otro, y el candidato del PRD, López Obrador, ya anticipaba un fraude electoral, orquestado desde las cúpulas del poder.
La noche de la elección, el recuento de votos daba como ganador al candidato panista, y finalmente se acreditó su triunfo con apenas un 0.7% de ventaja sobre AMLO.
López Obrador y Calderón no siempre fueron rivales políticos.
El ex Jefe de Gobierno acusó de fraude electoral, y señaló varias irregularidades en el proceso, que inclinaron la balanza ligeramente en favor de Calderón, como el hecho de que el entonces presidente Vicente Fox, abiertamente hizo campaña respaldando a su candidato.
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación finalmente declaró que las elecciones eran válidas y el resultado fue aceptado como definitivo.
López Obrador tomó protesta como "Presidente Legítimo" en el Zócalo tras perder las elecciones de 2006.
Ante esto, AMLO lanzó la popular consigna de "Voto por voto, casilla por casilla", exigiendo que se reaperturaran las cajas que contenían las boletas para una segunda revisión; su esfuerzo no rindió frutos, por lo que decidió tomar el Zócalo de la Ciudad de México, plantar una "Asamblea permanente" y en un acto desesperado y surrealista, tomó protesta, nombró a su gabinete y se autoproclamó "Presidente Legítimo". A partir de entonces, lideró la Oposición mexicana, y tras un segundo fracaso en 2012, en 2018 ganó las elecciones presidenciales, organizadas por el mismo organismo que tanto criticó durante años y que hasta la fecha sigue señalando como corruptible: El IFE/INE.
Peña, bombón…
Peña tenía la simpatía de un sector importante de los votantes.
Para 2012, el poder político de Andrés Manuel estaba disminuido, pues muchos se demarcaron tras sus acciones posteriores a las elecciones de 2006 (autonombrarse Presidente Legítimo), sin embargo, su figura seguía siendo de relevancia a nivel nacional.
Más el ex gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto tenía mayor empuje entre la gente, debido a la simpatía y carisma que le caracterizaban en ese entonces.
Peña Nieto siempre tomó a bien las críticas y mofas a su persona.
Respaldado por el PRI, Peña tenía mucha popularidad entre el pueblo y su victoria era anticipadamente contundente, dejando tanto al PAN como al PRD en un segundo y tercer plano respectivamente.
Las elecciones de 2012 no se han tachado de "fraude electoral" propiamente, sin embargo, con el paso de los años se han ido revelando cada vez más circunstancias dudosas que envolvieron la campaña de Peña Nieto.
Luego de sólo 12 años de alternancia, el PRI regresó al poder federal.
El Caso Monex fue el primero que destacó, y consistía en que el partido que terminó ganando, repartía tarjetas/monederos electrónicos para influir en la decisión de los votantes, y recientemente, durante el caso Lozoya, ha salido a la luz también que la campaña priísta del 2012 fue patrocinada en gran medida por dinero de Odebrecht, la empresa brasileña ligada a muchos casos de corrupción a nivel nacional.
Varios miembros del círculo cercano de Peña Nieto han sido o están siendo investigados por la justicia mexicana.
Ambas situaciones, evidentemente, van en contra de la ley, pero ninguna ha sido comprobada al 100% por lo que siguen siendo especulaciones y no se ha castigado a nadie por ninguno de estos casos.
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¿Entonces tiene razón AMLO?
El presidente ha criticado particularmente al Instituto Nacional Electoral (antes IFE), que es el organismo que, desde 1997, se encarga de organizar y ejecutar los procesos electorales en los tres órdenes de gobierno, y que acreditó su triunfo en 2018.
Sin embargo, también existe polémica por la forma en la que se ha intentado "reformar" este instituto durante la gestión de Morena, pues muchos opositores afirman que este partido ha intentado infiltrar gente de su confianza al interior del organismo, por lo que se ha llegado a dudar de las intenciones del poder federal en este sentido.
Lorenzo Córdova, titular del INE, le entregó a López Obrador el certificado que lo acreditó en 2018 vencedor de las elecciones federales.
En cualquier caso, hay que recordar que, como bien señaló el presidente en su conferencia mañanera, México es un país joven que apenas está aprendiendo a trabajar con la democracia, por lo que se deben garantizar los mecanismos suficientes y su correcto desempeño para que los procesos electorales no vuelvan a estar envueltos en escándalos y se viva lo más apegado posible al ideal de un país demócrata.
Pero, ¿quién vigila a los vigilantes?
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